JARA BLANCA

Plantas rústicas

La virtud que más destaca de la primavera en el campo es llenar los sentidos de contenido. Los colores nos descubren nuevos matices en el paisaje, los olores inundan nuestra capacidad sensitiva y los sonidos alcanzan una gama mucho más amplia de diversidad biológica. Y a esta escena no podían faltar a la cita las fieles jaras, omnipresentes en cada uno de los grandes paisajes. No todas son iguales en formas y colores, pero la familiaridad es un grado y ayuda a encontrar los parecidos, para que cada uno adquiera importancia por sí mismo. Cerca de Ronda, en Málaga, las carreteras y los montes s...

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La virtud que más destaca de la primavera en el campo es llenar los sentidos de contenido. Los colores nos descubren nuevos matices en el paisaje, los olores inundan nuestra capacidad sensitiva y los sonidos alcanzan una gama mucho más amplia de diversidad biológica. Y a esta escena no podían faltar a la cita las fieles jaras, omnipresentes en cada uno de los grandes paisajes. No todas son iguales en formas y colores, pero la familiaridad es un grado y ayuda a encontrar los parecidos, para que cada uno adquiera importancia por sí mismo. Cerca de Ronda, en Málaga, las carreteras y los montes se engalanan desde abril hasta los últimos suspiros de estos días de flores rosas de la denominada Estepa o Jara blanca. Debe su nombre al blanquecino de sus hojas y ramas y no a las coloridas flores de esta especialista en terrenos calizos y pobres. Las hojas, que salen enfrentadas sobre la misma rama, tienen un tacto de fieltro que da pruebas claras de la sorprendente cantidad de respuestas de la naturaleza. No sobrepasa los dos metros de altura, cuando el tiempo benigno se ha convertido en cómplice absoluto del desarrollo, aunque este aspecto suele ser simplemente la anécdota. Elementos fundamentales del monte mediterráneo, las jaras tienen multitud de virtudes, como la economía de recursos.

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