Tribuna

Pantani, un líder que se había vuelto soberbio

"Pantani no quiere los controles del CONI porque tiene miedo de los resultados". Fue la primera respuesta dura que recibió El Pirata después de capitanear a todos los corredores en el único amago de revuelta que se produjo este Giro. Fue en Foggia, antes de la salida de la séptima etapa, el viernes 21 de mayo. Pantani habla: "Si nos obligan a someternos a los análisis del CONI , los ciclistas abandonamos el Giro". El CONI (Comité Olímpico Italiano) volvió, algunos equipos se negaron a los análisis y otros, como el Mapei, los aceptaron y no pasó nada más. Pantani salió engrandecido de aquella b...

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"Pantani no quiere los controles del CONI porque tiene miedo de los resultados". Fue la primera respuesta dura que recibió El Pirata después de capitanear a todos los corredores en el único amago de revuelta que se produjo este Giro. Fue en Foggia, antes de la salida de la séptima etapa, el viernes 21 de mayo. Pantani habla: "Si nos obligan a someternos a los análisis del CONI , los ciclistas abandonamos el Giro". El CONI (Comité Olímpico Italiano) volvió, algunos equipos se negaron a los análisis y otros, como el Mapei, los aceptaron y no pasó nada más. Pantani salió engrandecido de aquella batalla.El Pirata no hizo entonces más que recuperar su papel de líder del pelotón, tanto dentro de la carrera como fuera. Pantani fue ya la voz y la cara de la revuelta el pasado Tour: la primera sentada, la de Tarascón, resistiendo hasta el final, junto a Jalabert, luchando por la dignidad de unos corredores sometidos a la acción indiscriminada de la justicia y la policía. Tras la derrota y el regreso al redil, Pantani habló claro: "Somos ovejas".

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En realidad, Marco Pantani no ha hablado nunca claro contra el dopaje. Su mensaje ha sido más el de defensa de una profesión y de un deporte. "No entiendo este encarnizamiento con el ciclismo", decía a la salida del Giro. "Como si el dopaje sólo se diera aquí". Otras veces ha hablado, en el mismo sentido, de la existencia de deportes de primera categoría, como el fútbol o el tenis, en los que se obvia el problema del dopaje, y deportes de segunda como el ciclismo. Era, pues, El Pirata un símbolo de la dignidad de unos trabajadores, aparte de un ídolo de masas, "el salvador del ciclismo" como se dijo de él en el Tour.

Pero algo ha debido de cambiar en él durante los últimos meses, casi las últimas semanas. En el Giro no sólo fueron su avaricia y su soberbia queriendo ganar cuantas más etapas. Fue, por ejemplo, cuando cerró a Gotti subiendo la Madonna del Colletto. Gotti dijo: "Como hombre ya no lo estimo más". La respuesta de Pantani dejó helado el corazón de todos: "Gotti hace mal en ponerse en mi contra. Él sabe bien lo mucho que yo mando en el pelotón".

Su imagen ya empezaba a cambiar. Más parecía un mafioso que un líder sindical, pero el crédito lo perdió totalmente por tener 52% de hematocrito. El ciclismo se ha vuelto a quedar sin líder cuando más lo necesitaba.

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