Editorial:

Piqué el opaco

LA COMPARECENCIA del ministro de Industria, Josep Piqué, en la subcomisión parlamentaria que investiga las irregularidades en la concesión de subvenciones no solamente no ha contribuido a aclarar las acusaciones vertidas contra su gestión, sino que ha sido un nuevo ejemplo de la resistencia de bastantes miembros de este Gobierno a someterse al control del Parlamento. La intervención de Piqué discurrió entre rudos desafíos al PSOE para que presente una querella contra él si aprecia indicios de ilegalidad y desabridas advertencias, casi amenazas, a CiU a cuenta de las subvenciones que concede el...

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LA COMPARECENCIA del ministro de Industria, Josep Piqué, en la subcomisión parlamentaria que investiga las irregularidades en la concesión de subvenciones no solamente no ha contribuido a aclarar las acusaciones vertidas contra su gestión, sino que ha sido un nuevo ejemplo de la resistencia de bastantes miembros de este Gobierno a someterse al control del Parlamento. La intervención de Piqué discurrió entre rudos desafíos al PSOE para que presente una querella contra él si aprecia indicios de ilegalidad y desabridas advertencias, casi amenazas, a CiU a cuenta de las subvenciones que concede el Gobierno autónomo.El ministro Piqué parece reacio a rendir todas las explicaciones que le exige la oposición. Tampoco parece admitir que en un sistema democrático los controles políticos se practican sobre la gestión del Gobierno actual. La de gobiernos pasados pertenece al ámbito judicial, si hubiera lugar, o al de la historia. Piqué convirtió la sesión parlamentaria en la que tenía que haber explicado los criterios con los que su ministerio aprobó muchas subvenciones polémicas, en una comparación imposible entre las ayudas públicas actuales y las de gobiernos anteriores. La situación socioceconómica de cada localidad ha variado y no es posible utilizar como referencia la cantidad de empleo generada por las diferencias temporales de crecimiento y prosperidad.

El mes próximo, el ministro deberá comparecer para explicar si intervino o si se inhibió, como él sostiene, en la condonación de 7.400 millones a la sociedad Ercros, que él presidió hasta 1996. Éste es, sin duda, el asunto potencialmente más explosivo de los que examina la subcomisión. La aparición de documentos públicos con la firma de Piqué en el acuerdo de la Comisión Delegada que autorizó la condonación parece una evidencia muy fuerte, difícil de neutralizar con dos faxes de su secretaría. Las contradictorias declaraciones realizadas por representantes oficiales -el portavoz del ministro aseguraba que la firma se produjo después de la aprobación oficial, mientras que un diputado del PP afirmaba que la única intervención de Piqué se produjo en la propuesta que iba a ir a la comisión- confirman al menos la necesidad de una explicación verificable. Piqué asegura que está deseoso de hablar de Ercros. Si en su próxima comparecencia repite la actitud del miércoles pasado, hay que ponerse en lo peor. Los ciudadanos seguirán sin saber cómo y por qué se condonó parte del dinero público prestado a Ercros, pero a cambio se enterarán por boca del ministro de que el auténtico culpable es... la oposición.

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