INSTALACIONES

El antiguo cine Arlequín ultima las obras para abrir sus puertas reconvertido en teatro

El cine Arlequín, en San Bernardo casi esquina a la Gran Vía, vuelve a su primigenio uso: sala de teatro. El productor Enrique Cornejo estrenará en septiembre La huella, de Peter Shaffer, con Agustín González y Andoni Ferreño como protagonistas. No es un hecho aislado: el actual teatro Lope de Vega, en la Gran Vía, antes fue local de cine; y en la principal sala del Real Cinema, en la plaza de Isabel II, se representa, y con éxito, La ratonera, de la autora británica Agatha Christie. Lo mismo está a punto de pasar con el cine Bogart y el Coliseum

No hace tanto tiempo, unas dos o tres dé...

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El cine Arlequín, en San Bernardo casi esquina a la Gran Vía, vuelve a su primigenio uso: sala de teatro. El productor Enrique Cornejo estrenará en septiembre La huella, de Peter Shaffer, con Agustín González y Andoni Ferreño como protagonistas. No es un hecho aislado: el actual teatro Lope de Vega, en la Gran Vía, antes fue local de cine; y en la principal sala del Real Cinema, en la plaza de Isabel II, se representa, y con éxito, La ratonera, de la autora británica Agatha Christie. Lo mismo está a punto de pasar con el cine Bogart y el Coliseum

No hace tanto tiempo, unas dos o tres décadas, los empresarios de teatro se veían obligados en muchas ocasiones a cerrar sus teatros, por un lado, por la crisis de la escena, y por otro, por el empuje del cine. En pantallas quedaron convertidos muchos escenarios de la Gran Vía. Hay claros síntomas de que desde ahora puede ocurrir al revés y que la más popular avenida madrileña entra en el nuevo siglo reconvirtiendo a los reconvertidos locales de teatro en cines.Los antiguos propietarios del Arlequín y el actual dueño del inmueble, Ramón Gómez Carazo, también se muestran contentos con el cambio, ya que ello supone darle el uso que para el edificio querían sus creadores, los hermanos Amadeo y Cecilio Gómez Ezquerra.

El Arlequín, que nació en los años sesenta con un proyecto del arquitecto López Izquierdo, no tiene un pasado llamativo ni está ubicado en un edificio singular, aunque, cuando se inauguró, fueron muy comentadas sus tres salidas, una a la calle principal y dos de emergencia al pasaje de San Bernardo, todas ellas mantenidas en el proyecto de reforma que dirige la arquitecta Paloma Carnero.

Curioso sí es el origen asambleario de su nombre. Para elegirlo se reunieron Víctor Ruiz Iriarte, Miura, Arturo Serrano y los hermanos Gómez Ezquerra, junto con los constructores, los hermanos Gargallo. Cada uno propuso un nombre, y fue Ruiz Iriarte quien ganó con la propuesta de Arlequín. Arturo Serrano se encargó de la dirección artística del teatro, junto con los dos empresarios de paredes, término casi extinguido que se empleaba para denominar al productor de un teatro que además era propietario del inmueble. La reforma es profunda. Sólo decir que este local, que contará con unas 400 butacas y que, a pesar de estar bien acondicionado y contar con numerosos espacios, no es especialmente grande: tendrá desde ahora 76 puertas.

No dice cuánto cuesta

Cornejo tiene claro que desea dotarlo con todas las medidas de seguridad y aplicarle la normativa vigente. Lo que no dice es cuánto le cuesta la rehabilitación: "Es tanto dinero que para que no se lo crea nadie prefiero callarme". Lo que sí es comprobable es que ha puesto el teatro patas arriba y que los arquitectos municipales están conformes con lo que allí se está haciendo.Enrique Cornejo, un popular y conocido empresario, que hace tan sólo dos semanas recibió un caluroso y multitudinario homenaje por parte de la profesión teatral y los responsables de políticas teatrales, lleva años con una hiperactividad fuera de lo normal, pero en los últimos tiempos es de vértigo. En pocos años se ha hecho con el teatro Maravillas, que ahora está cerrado para sufrir una remodelación; con el teatro Muñoz Seca, también pegado a la Gran Vía y que se dedica especialmente a estrenar autores españoles; con el teatro Real Cinema; e interviene en la programación del teatro Nuevo Apolo, donde ahora se representa el musical Chicago; además, tiene una producción suya, Misery, en el teatro de Bellas Artes, y en septiembre, empezará a funcionar el Arlequín. Pero su sed no está calmada y va a por más.

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No concreta sus planes, pero se comenta que le tiene echado el ojo al teatro Reina Victoria y a algún otro con futuro incierto.

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