Tribuna:

Azul

Habrá que ir pensando que a mayor malestar del sevillano, mayor felicidad de su Ayuntamiento. Obsérvenlo si no en la irritación de los vecinos de El Arenal por el parqueo de la zona azul, y, por contra, las múltiples, variadas y festivas demostraciones de euforia dada por nuestro gobierno municipal en los últimos días. Han festejado de tal manera la tortura vecinal que, para exhibir su alegría, se apuntaron a los últimos saraos olímpicos y operísticos de la ciudad. Un estadio digno de estudio. Una ópera para que Plácido Domingo, a decir de la crítica, rayara a la misma altura que Ortega Cano e...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Habrá que ir pensando que a mayor malestar del sevillano, mayor felicidad de su Ayuntamiento. Obsérvenlo si no en la irritación de los vecinos de El Arenal por el parqueo de la zona azul, y, por contra, las múltiples, variadas y festivas demostraciones de euforia dada por nuestro gobierno municipal en los últimos días. Han festejado de tal manera la tortura vecinal que, para exhibir su alegría, se apuntaron a los últimos saraos olímpicos y operísticos de la ciudad. Un estadio digno de estudio. Una ópera para que Plácido Domingo, a decir de la crítica, rayara a la misma altura que Ortega Cano en la boda de Rociíto. Y estamos tan a gustito... todos, menos los vecinos areneros afectados por una zona azul, zona nacional, división motorizada de la cacicada de Palancar. Apúntate una doble de gambas en el Jailu, Mariano, que lo paga la alcaldesa, que debe de estar lanzando sus bucles al cielo del contento y la oportunidad electoral de tu medida. En realidad, ese es el problema: la medida. La desmesura municipal. Unos sevillanos pagarán por aparcar delante de sus casas y otros no lo harán porque, afortunadamente, no residen en la zona azul, en la zona del nacional-automovilismo de Palancar. Han creado una situación de agravio entre vecinos de una misma ciudad por arrancar más dinero, para descongestionar los bolsillos de los sevillanos que tienen la mala fortuna de vivir en zona azul. Atropelladamente, a empujones. Así da la sensación de que han hecho la cosa. Encomendándose tan sólo a la divinidad tributaria que con tanta solemnidad celebra sus quinarios en las nóminas mensuales de los sevillanos. No hay metro, no hay una red eficaz de autobuses, no abundan los aparcamientos. Pero el gobierno municipal resuelve estos problemas pendientes con la zona azul. Cuando no encuentran otra solución, la mejor es hostigar al ciudadano. Al alcalde Palanqueta, aquel que se llevó media ciudad por delante para mayor gloria de los derribistas, le hemos encontrado, en el Área de Tráfico, un magnífico émulo: el delegado Palancar. Apalancados están los vecinos areneros y los trabajadores del terciarizado centro sevillano con una zona azul que, pensando en las próximas elecciones, no deja de tener muy mal color.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En