Tribuna:

Oposición

JOSEP TORRENT Josep Borrell resumió en una sola frase la tensión, la soledad y la frustración que, a menudo, sienten los candidatos de los partidos de la oposición con escasas posibilidades de victoria electoral. "Qué duro es esto", vino a decir. Imagino a Antoni Asunción mordiéndose la lengua para no pronunciar las mismas palabras, para no presentar una fisura a sus adversarios y para no dar la imagen de desaliento que últimamente acompaña al candidato socialista a la presidencia del Gobierno. Pues claro que es duro el oficio del político. Que se lo hubieran preguntado a Joan Romero antes o ...

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JOSEP TORRENT Josep Borrell resumió en una sola frase la tensión, la soledad y la frustración que, a menudo, sienten los candidatos de los partidos de la oposición con escasas posibilidades de victoria electoral. "Qué duro es esto", vino a decir. Imagino a Antoni Asunción mordiéndose la lengua para no pronunciar las mismas palabras, para no presentar una fisura a sus adversarios y para no dar la imagen de desaliento que últimamente acompaña al candidato socialista a la presidencia del Gobierno. Pues claro que es duro el oficio del político. Que se lo hubieran preguntado a Joan Romero antes o a Asunción ahora, atrapado en el dilema de ser criticado por fabricar una precampaña superficial a golpe de titulares y acusado luego de dar clases magistrales sobre economía. Habrá quien arguya que en el término medio está la virtud. Tal vez. Pero no nos engañemos, cuando un candidato está abocado a la derrota electoral, muy pocos son los que darán un duro moral por él. Haga lo que haga y diga lo que diga, será permanentemente cuestionado, criticado y, en el peor de los casos, ninguneado. Véase, por ejemplo, el resultado de la conferencia del candidato socialista a la Generalitat en el Club de Encuentro. Asunción propuso una reforma radical del modelo económico y empresarial valenciano para afrontar los retos del futuro. La respuesta del portavoz del PP fue cantarle Rascayú. Y el ex ministro, me temo, estaba cargado de razones al realizar un diagnóstico tan sombrío. Tómese, ahora, el ejemplo contrario. Eduardo Zaplana, triunfador, sobrado, y estrella ascendente en el firmamento español del PP, lanza su propuesta sobre financiación autonómica y provoca la tercera mundial. Es obvio que donde no hay harina, todo es mohína. El PSPV anda a la cuarta pregunta financiera (el déficit que tiene se estima en 370 millones de pesetas), se ha quedado sin palmeros mediáticos que le jaleen, perdió hace tiempo su centro de gravedad permanente, que diría el Battiatto, le crecen los enanos, y su antaño famosa maquinaria de ganar elecciones se ha revelado como una pura filfa perdido el poder institucional. Lleva razón Borrell, es muy duro esto. Pero al menos podrían disimular.

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