Un siglo en azulgrana

Una de las primeras cosas que llaman la atención a cualquier forastero que visite por vez primera Barcelona es la penetración en todos sus ámbitos y entre todas sus gentes del club que lleva el nombre de la ciudad. Cuando a un turista ocasional se le cuenta que, en Cataluña, todo el mundo acepta que el Barça es más que un club puede pensar que se trata de una frase hecha. Pero no le será difícil constatar que, efectivamente, esa es la realidad. Y esta temporada, la celebración del centenario acentúa si cabe la capacidad de penetración azulgrana en todos los poros de la sociedad catalana, e...

Una de las primeras cosas que llaman la atención a cualquier forastero que visite por vez primera Barcelona es la penetración en todos sus ámbitos y entre todas sus gentes del club que lleva el nombre de la ciudad. Cuando a un turista ocasional se le cuenta que, en Cataluña, todo el mundo acepta que el Barça es más que un club puede pensar que se trata de una frase hecha. Pero no le será difícil constatar que, efectivamente, esa es la realidad. Y esta temporada, la celebración del centenario acentúa si cabe la capacidad de penetración azulgrana en todos los poros de la sociedad catalana, empezando por el mediático. El partido de ayer ante Brasil fue el acto central, pero la efeméride se celebra a lo largo de todo un año, empezó con el encuentro ante el Atlético del pasado 28 de noviembre y se prolongará incluso más allá del próximo 29 de noviembre, fecha en la que se cumplirán los 100 años desde que el suizo residente en Barcelona Hans (o Joan como fue rebautizado) Gamper decidió fundar el club. Aquella entidad, que estuvo a punto de desaparecer en 1909 cuando se quedó con menos de 40 socios, o en los difíciles años del golpe de Estado militar que implantó la dictadura de Miguel Primo de Rivera en 1923, o en los de la guerra civil, después de la cual su número de asociados bajó a 2.500, se ha convertido en una referencia a escala mundial. Posee un poder de atracción, un potencial social y económico -más de 100.000 socios, más de 1.200 peñas y una valoración estimada en más de 300.000 millones de pesetas- y un patrimonio sentimental como tal vez no lo tenga ningún otro club del mundo.

Desde el acierto a la hora de elegir el nombre, el club ha estado ligado fuertemente a la sociedad catalana y ya Gamper acababa los actos oficiales exclamando: "¡Visca el Barça i visca Catalunya¡". Las prohibiciones en la época de Primo de Rivera -hablar y exhibir banderas catalanas, entre otras- no hicieron sino crear el caldo de cultivo para que algún partido, como el que se disputó el 14 de junio de 1925 en Montjuïc, se convirtiera en una manifestación antimonárquica y antidictatorial. El periodo franquista reforzó el espíritu catalanista y reivindicativo del club que tan certeramente definió Manuel Vázquez Montalbán: "El Barça es el ejército desarmado de Cataluña".

Del equipo azulgrana surgieron ídolos como Alcántara o Samitier. Y después equipos de ensueño como el de las Cinco Copas con Ramallets, Segarra, Basora, Kubala, César, Moreno y Manchón, el que ganó la Liga de 1974 con Cruyff, Rexach, Marcial, Asensi y Sotil hasta el dream team de Koeman, Guardiola, Laudrup, Stoichkov y Romario, además de haber contado con algunos fuera de serie mundiales como Suárez, Maradona, Schuster o Ronaldo, por poner algunos ejemplos. El Barça fue propenso al victimismo por derrotas como la de las finales de las copas de Europa en Berna ante el Benfica con cuatro palos o en Sevilla con cuatro penaltis fallados Los títulos no empezaron a estar a la altura de la grandeza del club hasta que llegaron primero las Recopas, cuatro, empezando por la lograda en Basilea en 1979, las cuatro ligas consecutivas y, sobre todo, la Copa de Europa de 1992 en Wembley con Cruyff en el banquillo. Desde entonces la institución ha reforzado su talante ganador.