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DE PASADAJuan Mesa, gaditano de 35 años, sargento reservista de la legión, ex-portero de discoteca y propietario de un local de copas y un restaurante en Málaga, contertulio de telebasura en su condición de puro macho frente a amenazas como el padre Apeles o La Veneno, se fue anoche en avión de Málaga a Kosovo voluntariamente, para instruir a la guerrilla albano Kosovar a recuperar su sitio. Lo contaba ayer el diario Sur. Llevaba años con ganas de guerra, pero el ejército le daba largas. Le aconsejaron ir a una ONG, pero él, dice, no quiso "ir a repartir bragas o compresas". No: él va "para al...

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DE PASADAJuan Mesa, gaditano de 35 años, sargento reservista de la legión, ex-portero de discoteca y propietario de un local de copas y un restaurante en Málaga, contertulio de telebasura en su condición de puro macho frente a amenazas como el padre Apeles o La Veneno, se fue anoche en avión de Málaga a Kosovo voluntariamente, para instruir a la guerrilla albano Kosovar a recuperar su sitio. Lo contaba ayer el diario Sur. Llevaba años con ganas de guerra, pero el ejército le daba largas. Le aconsejaron ir a una ONG, pero él, dice, no quiso "ir a repartir bragas o compresas". No: él va "para algo más". En dos páginas sin desperdicio, el "legionario que seré hasta que me muera, como Millán Astray" (sic) cuenta por dónde pueden ir los tiros. "A ver si nos cargamos a Milosévic", dijo en una llamada a la embajada albanesa antes de constatar que, o se iba solo con su Rambo a cuestas, o nadie le iba a dar crédito. Mesa cree que la paz se conquista a hostias. Simboliza la versión sudada de la Vogue-War de la OTAN. Su segunda mujer, Susana Fernández, sólo le ha pedido una donación de semen por si no regresa. Mesa alardea de ese "algo más" que dice que les falta a Solana y las ONGs. Ese cacho de decir aquí estoy yo que le falta a la asociación Mediterráneo Sur, que ha juntado a un equipo de poderosos de las finanzas, la animación cultural, el coleccionismo, el periodismo y las profesiones liberales con la idea de montar proyectos culturales en Málaga. Ellos, que son un lobby, niegan serlo. Montaron el viernes por la noche una fiesta en El Balneario, lugar decadente de aire habanero al borde del mar, en los antiguos Baños del Carmen, que habría que recuperar como espacio de saraos y conciertos (en Málaga hacen falta fiestas: pongámonos a ello). Y el resultado multitudinario de la convocatoria demostró que todos veían en los Mariano Vergara, Tecla Lumbreras, Manuel Alcántara, Elena Blanco o Teodoro León Gross la encarnación del tan necesario grupo de presión. Ojo, con guasa: el de escritores ya ha dado sus frutos. Ya que poder tienen, quizá el algo más que se espera de ellos no sea tanto ciclos y jornadas como esa generosidad tan escasita en Málaga últimamente que desemboca en que las iniciativas que surgen se devoren entre sí. Nadie pide que se vuelvan legionarios. Con que fueran capaces de repartir compresas sin que se les caigan los anillos sería suficiente. HÉCTOR MÁRQUEZ

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