Turquía busca hoy en las urnas recobrar la estabilidad perdida

ENVIADA ESPECIAL"Sigamos a Tansu Çiller. Ella es valiente. Ella nos va a sacar adelante", vocifera el jefe de prensa de la líder del Partido de la Recta Vía (DYP, en sus siglas turcas) desde su autobús electoral. Los candidatos de los grandes partidos turcos han recorrido estos días el país en busca de votos. El deseo común de todos: obtener un respaldo suficiente para formar un Gobierno que acabe con la inestabilidad de los pasados dos años. Hoy, 37,5 millones de turcos eligen 550 diputados y 3.200 alcaldes. Pero pocos esperan que se supere la parálisis de los últimos Gabinetes.

"¿Está...

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ENVIADA ESPECIAL"Sigamos a Tansu Çiller. Ella es valiente. Ella nos va a sacar adelante", vocifera el jefe de prensa de la líder del Partido de la Recta Vía (DYP, en sus siglas turcas) desde su autobús electoral. Los candidatos de los grandes partidos turcos han recorrido estos días el país en busca de votos. El deseo común de todos: obtener un respaldo suficiente para formar un Gobierno que acabe con la inestabilidad de los pasados dos años. Hoy, 37,5 millones de turcos eligen 550 diputados y 3.200 alcaldes. Pero pocos esperan que se supere la parálisis de los últimos Gabinetes.

"¿Estáis contentos con el Gobierno de Mesut Yilmaz?", preguntaba el viernes a su auditorio una Çiller populista que, obviamente, no se había confundido de primer ministro -el actual es Bülent Ecevit-, sino que jugaba a deslegitimar al actual Gabinete ("¿quién lo ha elegido?") y centraba sus ataques en su principal rival. El Partido de la Madre Patria (ANAP), que dirige Yilmaz, lucha por el mismo espacio político que el DYP de Çiller, el centro-derecha. De no ser por la rivalidad personal entre ambos, su suma de fuerzas les hubiera garantizado una cómoda mayoría.

"Den de comer y de beber al caballo blanco", pedía desde el techo del autobús electoral Çiller en referencia al símbolo de su partido. Çubuk, una localidad de 45.000 habitantes a 50 kilómetros de Ankara, se había volcado y le estaba dando el baño de masas que pocos días antes le había negado Çankaya, el barrio más acomodado de la capital. No escatimó promesas. Un hospital estatal, un carné sanitario que permita elegir clínica e incluso una facultad. Pero sus principales guiños, en una plaza en la que predominaban mujeres con la cabeza cubierta, fueron para los islamistas.

Si hoy se cumplen las encuestas, el DYP, que en las elecciones de 1995 -cuando se arrogaba el papel de garante de los liberales- fue la segunda fuerza más votada, podría convertirse en el árbitro capaz de inclinar la balanza a favor del Partido de la Virtud (islamistas) o del Partido de la Izquierda Democrática de Ecevit, a quien el apoyo de Yilmaz puede resultarle insuficiente para formar Gobierno.

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