Reportaje:

La lavandería de los olvidados

Una asociación sevillana da trabajo a 57 personas con retraso mental y ha colocado en empresas a otras 70

Su padre le decía: "Hijo, aplícate, aprende la aritmética del obrero". Y él aprendió a leer como pudo, "debajo de un olivo", pues por su pueblo de El Palmar (Córdoba) apenas iba el maestro un día a la semana. Luego, Rafael Pozo Bascón, de 57 años, estudió con los capuchinos, "porque los salesianos de Montilla pedían dote". Más tarde, sin quererlo, se hizo fraile, anduvo por Guatemala en los años setenta organizando clínicas y escuelas y a la vuelta -"sin saber por qué", dice- le entró una obsesión: ayudar a conseguir empleo a las personas con retraso mental.Después de 20 años, Pozo Bascón, fun...

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Su padre le decía: "Hijo, aplícate, aprende la aritmética del obrero". Y él aprendió a leer como pudo, "debajo de un olivo", pues por su pueblo de El Palmar (Córdoba) apenas iba el maestro un día a la semana. Luego, Rafael Pozo Bascón, de 57 años, estudió con los capuchinos, "porque los salesianos de Montilla pedían dote". Más tarde, sin quererlo, se hizo fraile, anduvo por Guatemala en los años setenta organizando clínicas y escuelas y a la vuelta -"sin saber por qué", dice- le entró una obsesión: ayudar a conseguir empleo a las personas con retraso mental.Después de 20 años, Pozo Bascón, fundador de la Asociación Paz y Bien en 1978, ha conseguido colocar a más de 70 disminuidos psíquicos en media docena de empresas colaboradoras, mientras en el Centro Especial de Empleo de Santiponce (Sevilla), en el que funciona una fábrica de lejías y detergentes y un taller de artes gráficas, trabajan 40 más. Otras 17 lo hacen en la lavandería Itálica, también de la asociación.

No lo ha tenido fácil. En su opinión, "al poder sólo le interesa tener aparcadas a estas personas". Por eso cree que los disminuidos psíquicos son los grandes olvidados del sistema.

Según Pozo Bascón, la sociedad ignora a estas personas, la Administración no tiene voluntad de ayudarles, los empresarios desconfían de ellas y a sus familias, en muchos casos, les crea dudas su posible integración laboral y se oponen a que trabajen. En España hay más de 100.000 personas con retraso mental que podrían desempeñar una actividad laboral remunerada y, sin embargo, 98 de cada 100 están en paro.

Además, Paz y Bien acoge a 450 personas con distinto nivel de minusvalía, a las que les paga un salario "simbólico" mensual (entre 3.000 y 20.000 pesetas). Para sostener este entramado empresarial -"no somos una organización de caridad, esto es una empresa", aclara Pozo-, la asociación cuenta con 170 profesionales entre pedagogos, educadores, monitores, técnicos y obreros cualificados.

Su presupuesto anual es de 800 millones de pesetas, de los que 125 son recursos propios y el resto proceden de la Junta de Andalucía, del Gobierno central, de la Unión Europea, de los 1.500 socios colaboradores y de aportaciones particulares. En estos 20 años, Paz y Bien ha acumulado un patrimonio de 2.000 millones de pesetas: varias fincas en los alrededores de Sevilla y algunos locales en la capital forman parte de este emporio.

Aunque su preocupación sigue siendo el empleo, Pozo Bascón no entiende cómo la Administración no hace algo más por estas personas. "En lugar de las 129.226 pesetas al mes que les paga el Estado por su invalidez, parte de ese dinero podría invertirse en políticas activas de empleo". El minusválido psíquico, dice, necesita también potenciar su autoestima, ser reconocido por la sociedad, gozar de la mayor autonomía posible... Mientras tanto, Pozo recuerda que hay familias que, ante la pensión que reciben, prefieren que sus hijos no trabajen, debido a que sus ingresos como trabajador serían menores.

La integración laboral del retrasado mental tiene otros problemas. Desde el momento en que se incorpora a una empresa requiere un seguimiento. "Si no se hace así, lo más probable es que siga siendo un marginado; el ambiente de la empresa se lo come", comenta Lucía Vázquez, responsable de los programas de formación en la Asociación Paz y Bien.

Vázquez recuerda que el principal objetivo que tienen en la asociación es el de conseguir que los discapacitados accedan a las empresas convencionales en situación de empleo abierto y con equipos de apoyo que eviten su marginalidad. Paz y Bien cubre todos los niveles de minusvalía psíquica. Posee unidades de menores, de día, de prelaborales y grupos especiales para la preparación al empleo. También participa en sociedades mixtas, en las que luego coloca a las personas que prepara.

En los ocho talleres ocupacionales que tiene en Santiponce se fabrican fregonas, se embala y etiqueta material escolar o se clasifican carretes de hilo de seda para una cadena de grandes almacenes. "Las tardes", recuerda Vázquez, "las dedicamos a la rehabilitación y a la cultura".

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