Tribuna:

Procesos

JOSÉ MANUEL ALONSO Ligar actualidades. O relacionar un hecho de ahora mismo con otro del pasado. Una idea o pretensión o proceso o tregua, con otras. Una frase con silencios. Un deseo con una ausencia de años. Unos colores con la abundancia de negros y grises. Unos paisajes con otros paisajes. Eso es defecto o virtud de periodistas. O quizá de este periodista, que tropezó en esa concatenación al ver la obra de Alberto Giacometti expuesta en Bilbao el mes pasado y sobre todo leyendo a quien está considerado como un grande porque intentó, en las artes plásticas, nuevo lenguaje de formas y colo...

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JOSÉ MANUEL ALONSO Ligar actualidades. O relacionar un hecho de ahora mismo con otro del pasado. Una idea o pretensión o proceso o tregua, con otras. Una frase con silencios. Un deseo con una ausencia de años. Unos colores con la abundancia de negros y grises. Unos paisajes con otros paisajes. Eso es defecto o virtud de periodistas. O quizá de este periodista, que tropezó en esa concatenación al ver la obra de Alberto Giacometti expuesta en Bilbao el mes pasado y sobre todo leyendo a quien está considerado como un grande porque intentó, en las artes plásticas, nuevo lenguaje de formas y colores. Y lo intentó pese a comentar: "No me interesa nada más que la realidad y sé que podría pasar el resto de mi vida copiando una silla o una mesa". Hagamos un inocente juego de nexo de la actualidad y realidad con Giacometti, de quien Jean-Paul Sartre, su confidente, llegó a decir: "Si no consigue el éxito, es que nadie puede conseguirlo". ¿A qué recuerda estas frases que recojo del artista suizo-italiano?: "Cuando era niño, mi padre se fue de viaje. Dos días más tarde, me eché a llorar y dije: ¡no me acuerdo de la cara de mi padre! (...) Sólo reconozco a las personas cuando están al otro lado de la calle (...) ¿Por qué pinto marcos alrededor de las figuras de mis cuadros? Porque sólo determino el espacio verdadero de la figura una vez que está terminada". Y recojo una última frase del genial artista: "Sueño con colores ligeros, bonitos, suaves, como Fray Angélico. Pero no consigo plasmarlos en el lienzo. La gente piensa que pinto con colores oscuros deliberadamente. Pero esa no es nunca mi intención. Me acuerdo de una mañana: ¡todo era tan bonito, tan verde! Empecé a pintar un paisaje, con esos bonitos árboles. Pero, a nada que tropecemos con la estructura de la más mínima rama, ¡adiós las bellas flores! Seguí pintando, esa misma tarde, y al día siguiente. Trabajé en ese paisaje durante tres meses, con todo tipo de tiempo. Las flores se fueron, llegaron las hojas y también se fueron. Al final, tenía cuatro paisajes perfectamente negros. No pude hacer otra cosa. Pero veo muy bonito".

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