Rácanos al volante

Por una vez, 20 conductores sudaron contra la costumbre para mantener el pie alejado del acelerador. Y seguramente sufrieron calambres al invertir el juego lógico del tobillo derecho: de la presión a la abstención. A medio camino entre la excusa publicitaria y la experimentación, el recorrido Bilbao-Balmaseda-Bilbao, de 58 kilómetros, fue testigo ayer de la primera prueba vasca de miniconsumo en automóviles, en la práctica, una carrera de lentos que premiaba al más ahorrador. Organizada por el Ente Vasco de Energía (EVE) y Chrysler, la prueba concedía un máximo de una hora y veinte minutos a ...

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Por una vez, 20 conductores sudaron contra la costumbre para mantener el pie alejado del acelerador. Y seguramente sufrieron calambres al invertir el juego lógico del tobillo derecho: de la presión a la abstención. A medio camino entre la excusa publicitaria y la experimentación, el recorrido Bilbao-Balmaseda-Bilbao, de 58 kilómetros, fue testigo ayer de la primera prueba vasca de miniconsumo en automóviles, en la práctica, una carrera de lentos que premiaba al más ahorrador. Organizada por el Ente Vasco de Energía (EVE) y Chrysler, la prueba concedía un máximo de una hora y veinte minutos a los 20 participantes -seleccionados mediante concurso- para completar el recorrido a una media de 40 km/h. Por delante, todas las trampas de normal inadvertidas: los semáforos, las cuestas, las rectas antes englutidas sin miramientos y ahora recorridas al ralentí. Todo amenazas para los depósitos de 10 Chrysler Stratus, idénticos, preparados con un depósito auxiliar y autónomo precintado. La cita evocaba la sutileza exagerada en la conducción, la preocupación casi paranoica por limitar al máximo el inevitable bombeo de gasolina. Ganaría aquel que regresara con más combustible en las tripas, cálculo reflejado en la báscula y resultado de la diferencia de peso del depósito extraíble entre la salida y la llegada. La cita no sólo examinaba la paciencia de los concursantes. También se encargaba de pulsar la de los usuarios comunes, atónitos espectadores del discurrir a cámara lenta de elegantes utilitarios. Las prisas ajenas "Me han dado las luces, me han pitado, me han gritado, y al pasarme me han sacado dedos por la ventanilla", se quejaba una de las concursantes, que, afectada por las prisas de los no advertidos, acabó casi a ritmo de rally. Uno de los inscritos, impertérrito durante todo su viaje, acabó desquiciándose en la rampa de acceso al garaje donde concluía el ejercicio. Caló el motor tres veces seguidas, erró en la selección de velocidades, aceleró con estrépito un par de veces y quemó casi tanta gasolina como la invertida en un cuarto del trayecto. Los expertos de Chrysler ofrecieron algunas de las claves del ahorro de combustible: acelerar sin brusquedades, no estirar las marchas, prever las detenciones en los semáforos colocando la segunda velocidad seguida del punto muerto, evitar frenazos bruscos, desacelerar en las curvas para aprovechar la inercia... y no tener prisa. El primer homenaje a la racanería en la conducción proponía premios para el ganador (200.000 pesetas en vales de combustible) y para todos los clasificados en los diez primeros puestos. Javier Mateo realizó un consumo equivalente a 5,3 litros a los 100 kilómetros. Y ganó. Victoria Torinos empleó 6,5 litros. Fue la que más gastó. Su caso animó el tópico sobre la habilidad de las mujeres al volante. ¿Mantendrá el ganador su prudencia para estirar su premio en la carretera? Se admiten apuestas.

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