Editorial:

La oportunidad de Ocalan

LA NOVELESCA captura del jefe rebelde kurdo Abdalá Ocalan en Kenia y la oleada subsiguiente de disturbios provocados por sus partidarios han acercado súbitamente a los acomodaticios europeos la naturaleza de un sangriento e inacabable conflicto. El caso Ocalan no ha hecho más que empezar con la destitución de tres ministros griegos (y otros tantos altos funcionarios en Kenia), después del humillante papel desempeñado por Atenas en una operación que ha permitido apuntarse un gran éxito a Ankara, su rival histórico. El Gobierno de Simitis resulta desestabilizado en un momento clave, con la adhes...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

LA NOVELESCA captura del jefe rebelde kurdo Abdalá Ocalan en Kenia y la oleada subsiguiente de disturbios provocados por sus partidarios han acercado súbitamente a los acomodaticios europeos la naturaleza de un sangriento e inacabable conflicto. El caso Ocalan no ha hecho más que empezar con la destitución de tres ministros griegos (y otros tantos altos funcionarios en Kenia), después del humillante papel desempeñado por Atenas en una operación que ha permitido apuntarse un gran éxito a Ankara, su rival histórico. El Gobierno de Simitis resulta desestabilizado en un momento clave, con la adhesión a la zona euro en el horizonte, y Atenas sufre el fuego cruzado de kurdos y turcos. Aquéllos no perdonan la entrega de su jefe, éstos le pasan factura por haber dado asilo a Ocalan. Para completar el cuadro, los socios comunitarios se quejan de haber permanecido in albis durante semanas sobre unas maquinaciones fracasadasEs difícil creer las promesas del primer ministro turco en funciones, Bulent Ecevit, sobre un juicio justo al líder del nacionalismo armado kurdo. El Ejército turco, en plena borrachera de poder, continúa machacando en Irak -15 kilómetros en el interior del país vecino- posiciones de la guerrilla del PKK, la policía encarcela a centenares de militantes del principal partido kurdo legal y las autoridades religiosas ordenan a los clérigos que enfaticen los crímenes cometidos por el rebelde encarcelado en la isla-prisión del mar de Mármara. A Ocalan se le acusa de terrorismo, traición y separatismo -tres delitos castigados con la muerte-, y, según anuncio oficial, será enjuiciado rápidamente por un tribunal de seguridad del Estado. Turquía mantiene la pena capital, aunque no la ha aplicado desde 1984, y la Comisión Europea considera que los tribunales de seguridad turcos, constituidos por dos magistrados y un militar y encargados de los delitos relacionados con una vaga ley antiterrorista, "no ofrecen a los acusados un juicio justo"

Más información

Abdalá Ocalan, de 51 años, es con toda propiedad el jefe de una organización, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán, que durante los últimos 14 años ha practicado el terrorismo, el asesinato y la extorsión. Pero junto a esta verdad se camufla otra anterior: que desde su nacimiento como república, en 1923, Turquía se ha dedicado celosamente a ignorar las reivindicaciones de la población kurda, que asciende a unos diez millones de personas en territorio turco.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Los kurdos -más de veinticinco millones, repartidos en varios países, el mayor grupo étnico sin Estado- fueron los perdedores del reparto territorial decidido en Oriente Próximo tras la caída del Imperio Otomano, al término de la Primera Guerra Mundial. Nunca obtuvieron el prometido Kurdistán. La bomba y el atentado han oscurecido los atropellos sistemáticos sufridos por millones de kurdos pacíficos. Ankara ha reducido a escombros miles de sus aldeas, ha desplazado a millones de sus habitantes. Los hechos siguen sucediendo en zonas alejadas de los circuitos de atención mediáticos. Y Turquía, aspirante a la UE, es un miembro de la OTAN y un crucial aliado militar de EE UU en una región potencialmente explosiva. Por eso, los kurdos no han tenido su Dayton ni tienen su Rambouillet

El apresamiento de Ocalan debería constituir un punto de inflexión. Bulent Ecevit, vehemente abogado de los derechos humanos, tiene ahora la oportunidad de poner en práctica sus convicciones. El juicio del jefe terrorista debe servir para iniciar el camino hacia el final de un agravio histórico, no para reavivarlo. El tratamiento de su minoría kurda socava la legitimidad democrática de Turquía y compromete su futuro europeo. La UE tiene que hacérselo saber. Para Europa, el caso Ocalan es también una oportunidad de llamar a las cosas por su nombre. Alemania, que acoge a medio millón de kurdos y preside este semestre a los Quince, tiene una ocasión de oro para movilizar a sus socios en la búsqueda de una solución digna a una cuestión lacerante.

Archivado En