Cartas al director

"Charity Business"

Patrocinio no es el nombre de una señora, sino el de un gran negocio y una gran perversión.Instituciones financieras, que se muestran "solidarias todo el año" con no se sabe bien quién, a la par que genuinos representantes de un gremio que tiene arruinadas a las tres cuartas partes de la población del planeta, con deudas externas ficticias, salvajes e inflexibles, sin perdón ni caridad de ningún tipo para los deudores, que hasta del Padrenuestro desaparecieron, aunque cada vez sean más. Multinacionales del refresco inútil, que animan a con-sumir más, para ayudar con una pizca de cada sorbo in...

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Patrocinio no es el nombre de una señora, sino el de un gran negocio y una gran perversión.Instituciones financieras, que se muestran "solidarias todo el año" con no se sabe bien quién, a la par que genuinos representantes de un gremio que tiene arruinadas a las tres cuartas partes de la población del planeta, con deudas externas ficticias, salvajes e inflexibles, sin perdón ni caridad de ningún tipo para los deudores, que hasta del Padrenuestro desaparecieron, aunque cada vez sean más. Multinacionales del refresco inútil, que animan a con-sumir más, para ayudar con una pizca de cada sorbo inútil a las ONG, mientras monopolizan virtualmente el mercado mundial de refrescos de cola. Gigantes del petróleo, que animan a repostar en sus gasolineras, ofreciendo una pesetita por cada litro a los damnificados de un huracán, y que luego se gastan en propaganda más de lo que donan, para anunciar lo caritativos que son ellos y sus clientes; que tienen un sistema de explotación, transporte y distribución cuasi monopolístico, que mantiene a los países productores en la miseria, con una depresión brutal de precios. Empresas tabaqueras, que creen vender mejor su producto poniéndose del lado de los del 0,7% a los países pobres. En un mundo que abandona las telecomunicaciones como un fin social y se concentra en servir muy bien a los que pueden pagarse las comunicaciones caras, una multinacional, líder mundial de las comunicaciones móviles de lujo, incita a comprar sus exclusivos aparatos, con la guinda de dedicar una migajita de esa suculenta venta a los niños pobres, a través de una organización humanitaria de las Naciones Unidas. Organización, ésta, muy especializada en aceptar donaciones de empresas ultracapitalistas, como, por ejemplo, una cadena de hoteles de lujo que deduce automáticamente para ellos un dólar por día de la factura de doscientos o trescientos dólares diarios, sin preguntar a los clientes. Total, qué más les da. Ésa es la misma organización que va a Irak a pesar y a medir a los niños de ese país, para comprobar que, efectivamente, pierden peso y talla, y que muchos de ellos terminan con retrasos mentales irreversibles, debido a una deficiente alimentación, provocada de forma exclusiva, intencionada y malévola por la propia casa matriz de esta humanitaria organización, la ONU, que es la que servilmente ordena y mantiene un bloqueo incalificable, que la organización filial no contesta, bloqueo-océano en el que se pierde la miserable gota de sus galletitas vitaminadas, que sirven más para calmar las turbias conciencias de los donantes que los estómagos de los niños afectados.- .

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