Entrevista:

JOSÉ LUIS GUIRAO FUNDADOR DE ONG "Mi sueldo es ver el resultado de la labor que hacemos"

Es una de esas raras personas que parecen hechas de una pasta especial. Al mérito que comparte con todos los cooperantes en el tercer mundo, José Luis Guirao, un granadino de 34 años, añade el hecho de haber logrado, casi solo, montar una ONG llamada La Casa del Agua de Coco. Empezó en Batanbang (Camboya) con un proyecto con el que ha escolarizado a unos 800 niños y ha sacado de la calle a más de 120 familias y que ya gestionan los propios camboyanos. Ahora despliega su solidaridad en Fianarantsoa (Madagascar). El proceso es el mismo, sienta unas bases sólidas y después delega en los nativos p...

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Es una de esas raras personas que parecen hechas de una pasta especial. Al mérito que comparte con todos los cooperantes en el tercer mundo, José Luis Guirao, un granadino de 34 años, añade el hecho de haber logrado, casi solo, montar una ONG llamada La Casa del Agua de Coco. Empezó en Batanbang (Camboya) con un proyecto con el que ha escolarizado a unos 800 niños y ha sacado de la calle a más de 120 familias y que ya gestionan los propios camboyanos. Ahora despliega su solidaridad en Fianarantsoa (Madagascar). El proceso es el mismo, sienta unas bases sólidas y después delega en los nativos para que ellos sean los protagonistas de su futuro. La honestidad de José Luis Guirao está avalada por las felicitaciones de la UE por sus proyectos. Pregunta. ¿Cómo se le ocurrió embarcarse en la creación de una ONG? Respuesta. Yo soy veterinario. Quería hacer algo y contacté con una ONG de veterinarios francesa que me envió a Camboya. Al poco tiempo de estar allí me dí cuenta de que curar cerdos estaba muy bien, pero eso no podía resolver otros los problemas sociales, como los que tenían la cantidad de niños de la calle. Entendí que sólo ayudando a las madres y a las familias se podía ayudar a esos niños. Así empecé. Se lo planteé a mi familia y con la ayuda de mis padres, mis hermanos y algunos amigos, empezamos. Ahora hay ya unos 360 socios en toda España. P. ¿Qué proyectos desarrolla en Madagascar? R. Hay tres concretos. Uno es con familias de la calle a las que ofrecemos formación. Aprenden a elaborar productos artesanales del país que luego venden y se comprometen a escolarizar a sus hijos. Otro de los proyectos consiste en ofrecer también formación a adolescentes que ya han tenido uno o dos hijos y se encuentran en riesgo de prostitución. El tercero es con mujeres que están en la cárcel, muchas por haber robado para comer, y que no pueden salir porque no tienen dinero para pagarse un juicio. El proceso de formación de las familias de la calle dura unos ocho meses. Después se les facilita una vivienda, un pequeño terreno y un crédito que tienen que devolver. El objetivo es que, con el tiempo, el proyecto sea autónomo y sean ellos mismos los que lo gestionen. P. Usted está sólo en Madagascar con La Casa del Agua de Coco , ¿qué sensación provoca eso? R. Es una sensación fuerte, pero lo llevo bien. Hay situaciones en las que pasas mucho miedo. Pero para mí el resultado es mi sueldo. Mucha gente me pregunta cómo lo hago. Yo se cómo, pero no lo puedo explicar. No hay reglas ni estructuras, sólo se que hago lo que hago. No puedo explicar cómo. P. ¿Cómo es la relación con las autoridades de cada país? R. Es lo más complicado de todo porque a la Administración no ayuda.

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