Una mujer mata a su nieto de dos años y luego intenta suicidarse

Joaquina Gordo, de 61 años, mató ayer tarde de tres puñaladas a su nieto, de dos años y con síndrome de Down. Ocurrió en la casa de Joaquina, en el paseo de Carena del barrio de la Estrella (Moratalaz). La mujer, que padecía demencia senil, según declaró su hija a la policía, trató de suicidarse tras el crimen. Joaquina se clavó en el cuello y en el tórax el arma con el que había matado a su nieto y tuvo que ser trasladada al hospital Gregorio Marañón. Su estado, anoche, era grave.El parricidio ocurrió a la hora del almuerzo. La mujer se encontraba sola en la casa cuidando del pequeño Alejandr...

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Joaquina Gordo, de 61 años, mató ayer tarde de tres puñaladas a su nieto, de dos años y con síndrome de Down. Ocurrió en la casa de Joaquina, en el paseo de Carena del barrio de la Estrella (Moratalaz). La mujer, que padecía demencia senil, según declaró su hija a la policía, trató de suicidarse tras el crimen. Joaquina se clavó en el cuello y en el tórax el arma con el que había matado a su nieto y tuvo que ser trasladada al hospital Gregorio Marañón. Su estado, anoche, era grave.El parricidio ocurrió a la hora del almuerzo. La mujer se encontraba sola en la casa cuidando del pequeño Alejandro, que en marzo iba a cumplir tres años. A primera hora de la mañana, Loli, la madre del niño, empleada del hospital Gregorio Marañón, decidió no llevar a su hijo a la guardería debido a que tenía fiebre, y lo dejó con su madre. A las 14.30 la abuela de Alejandro salió de su casa con la bata ensangrentada y llamó a una vecina para lamentarse: "¡Qué he hecho, qué he hecho! ¡Mi niño, mi niño!". Luego, Joaquina entró de nuevo en su piso y se clavó varias veces el puñal. En la cama del dormitorio yacía, tendido boca arriba, el cadáver del pequeño.

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Triste y disgustada

La abuela dejó de cuidar al niño por decisión de los padres en septiembre

"La abuela decía que era lo que más quería en este mundo y que estaba triste y disgustada porque no lo podía cuidar ya", dijo una mujer. Otra de las inquilinas agregó que la abuela "mostró en público que estaba disgustada y un poco agitada porque le habían dicho que su hija y su yerno, propietario de un restaurante en Pinto, no atravesaban un buen momento".La abuela acudió por la mañana a comprar el pan con su nieto. En el camino se cruzó con varias vecinas, a las que comentó que Alejandro estaba enfermo. Esta vez, sin embargo, no habló de sí misma. "Es más", detalló una vecina, "la vi muy bien y muy pendiente del niño". Joaquina llegó a comentar que la madre del pequeño la había dejado unos calmantes para cuando le subiera la fiebre.

Los vecinos del barrio ignoraban ayer si la mujer seguía algún tipo de tratamiento debido a su enfermedad. Los amigos aseguraron que Joaquina no había padecido nunca una crisis aguda o depresión en los últimos meses. "Ella sólo se limitaba a decir que estaba mala, pero nunca dio muestras de ser una mujer desequilibrada; sentía pasión por su nieto", añadió otra vecina.

Los padres del pequeño pasaron ayer tarde más de una hora de pie delante del portal de la casa de Joaquina. Fueron atendidos por el Samur de una crisis nerviosa. A su lado, se hallaba Alejo, el marido de la supuesta parricida.

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