Un viaje vital y artístico desde Bilbao al exilio mexicano

Aurelio Arteta nació en Bilbao en 1879 en el seno de una familia vasca, republicana y liberal. En la Escuela de Artes y Oficios de Bilbao y, posteriormente, en la de Valladolid recibió formación antes de trasladarse a París, donde conoció la obra de artistas fundamentales en su evolución como Puvis de Chavannes, Toulouse-Lautrec, Gauguin o Cézanne. A estas influencias se sumaron más tarde las recibidas de las grandes figuras del Renacimiento en un viaje a Italia para acabar de perfilar su estilo. A partir de 1907, afincado ya en Bilbao, Arteta desarrolló una intensa actividad como pintor, litó...

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Aurelio Arteta nació en Bilbao en 1879 en el seno de una familia vasca, republicana y liberal. En la Escuela de Artes y Oficios de Bilbao y, posteriormente, en la de Valladolid recibió formación antes de trasladarse a París, donde conoció la obra de artistas fundamentales en su evolución como Puvis de Chavannes, Toulouse-Lautrec, Gauguin o Cézanne. A estas influencias se sumaron más tarde las recibidas de las grandes figuras del Renacimiento en un viaje a Italia para acabar de perfilar su estilo. A partir de 1907, afincado ya en Bilbao, Arteta desarrolló una intensa actividad como pintor, litógrafo, ilustrador y diseñador gráfico. En su pintura de esta época conviven los cuadros de repertorio social y costumbrista, con las maternidades y los paisajes industriales y urbanos de un Bilbao en plena transformación. En los años veinte la pintura de Arteta comenzó a acusar la influencia del postcezannismo, que difundía entonces su amigo el pintor Daniel Vázquez Díaz. En esta etapa Arteta aprendió la técnica de la pintura al fresco y empezó a trabajar en una de las obras clave de su trayectoria: las pinturas murales del edificio del Banco de Bilbao, que construyó en Madrid el arquitecto Ramón Bastida. Son casi 80 metros cuadrados, con 12 grandes cuadros que muestran el trabajo agrícola, minero e industrial vasco y le reportaron el reconocimiento general de la crítica. Madurez creativa En plena madurez creativa, Aurelio Arteta fue nombrado en 1924 director del recién creado Museo de Arte Moderno de Bilbao, cargo que ocupó hasta que presentó su dimisión en 1927. A mediados de la década de los años veinte es seleccionado para formar parte, junto a una numerosa nómina de pintores vascos, de la primera exposición de la Sociedad de Artistas Ibéricos. En esta muestra Arteta representó la renovación moderada del arte español de la época. En 1932 su trabajo consiguió el reconocimiento oficial al recibir el Premio Nacional de Bellas Artes por la última versión de Los náufragos. Dos años más tarde, esta obra fue seleccionada para representar a España en la Bienal de Venecia. El estallido de la Guerra Civil sorprendió a Arteta en Madrid. En 1938, Arteta partió hacia Francia y, tras una breve estancia en París, se estableció en Biarritz, donde pintó una serie de obras sobre la guerra. En 1939 el pintor se trasladó junto a su familia a América. En el exilio la vida de Arteta acabó de forma trágica: falleció meses después de llegar a México a causa de un accidente de tranvía.

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