Sollozos bajo los escombros

La esperanza de rescatar con vida a Soledad Martínez Zorita, de 30 años y embarazada de tres meses, se desvaneció a las doce menos diez de la mañana. Hasta esa hora la treintena de bomberos desplazados al lugar sólo se afanaba en rescatar a la única persona que quedaba entre los escombros y a la que los vecinos aseguraban haber oído sollozar y pedir ayuda.Las tareas de rescate no resultaron fáciles: un imponente amasijo de cascotes, hierros y vigas de madera impedía a los bomberos llegar hasta ella.

Los miembros del Sercam no querían utilizar las excavadoras para no dañar a Soledad, por...

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La esperanza de rescatar con vida a Soledad Martínez Zorita, de 30 años y embarazada de tres meses, se desvaneció a las doce menos diez de la mañana. Hasta esa hora la treintena de bomberos desplazados al lugar sólo se afanaba en rescatar a la única persona que quedaba entre los escombros y a la que los vecinos aseguraban haber oído sollozar y pedir ayuda.Las tareas de rescate no resultaron fáciles: un imponente amasijo de cascotes, hierros y vigas de madera impedía a los bomberos llegar hasta ella.

Los miembros del Sercam no querían utilizar las excavadoras para no dañar a Soledad, porque todos esperaban encontrarla con vida. Pero después de cuatro tensas horas, las ambulancias preparadas para su traslado apagaron las sirenas. El cadáver de Soledad había aparecido en la planta superior de su vivienda semihundida y no entre los cascotes del suelo.

Soledad Martínez estaba tumbada en la cama de matrimonio que su marido había abandonado horas antes para acudir a su puesto de trabajo. La explosión la sorprendió durmiendo. Su cuerpo quedó sepultado por el techo de la vivienda. Soledad había intentado quedarse embarazada durante un año y ahora lo había conseguido.

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