Cartas al director

Piedras en el camino

Leo consternada la carta de Paloma Hernández . Su hijo tiene parálisis cerebral.Mi hijo tiene cinco años y paraplejía. También está escolarizado en un colegio ordinario, tiene amigos y es feliz. Y yo también tengo que luchar contra la Administración (en mi caso, transferida a la Generalitat) para que la calidad de vida de mi hijo sea la correcta. El funcionario te entiende, pero la burocracia aprieta las tuercas a los presupuestos. Utilizan objetores de conciencia, que se convierten en amigos y cómplices de mi hijo (¿qué pasará cuando se acabe la mili? Estos niños seguirán estando ahí). Hoy, v...

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Leo consternada la carta de Paloma Hernández . Su hijo tiene parálisis cerebral.Mi hijo tiene cinco años y paraplejía. También está escolarizado en un colegio ordinario, tiene amigos y es feliz. Y yo también tengo que luchar contra la Administración (en mi caso, transferida a la Generalitat) para que la calidad de vida de mi hijo sea la correcta. El funcionario te entiende, pero la burocracia aprieta las tuercas a los presupuestos. Utilizan objetores de conciencia, que se convierten en amigos y cómplices de mi hijo (¿qué pasará cuando se acabe la mili? Estos niños seguirán estando ahí). Hoy, viernes, ha acabado uno; el lunes, de momento, no hay otro. ¿Qué pasará con las escaleras, con los pañales...?

Tener un hijo con algún problema es un trance duro, pero cuando además tienes que ir arañando uno a uno los recursos que precisa se convierte en angustioso. Estos niños necesitan ayudas extras, externas, suplementarias... Es de derecho que estén regladas, que sean automáticas. Lo otro es poner todavía más piedras en el camino.-

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