La naturaleza, contra las trompas de Falopio

La naturaleza es sabia, afirma el dicho popular. Tanto que incluso tiene reacciones "impensables y sorprendentes", inexplicables para la científicos, como, por ejemplo, que quede embarazada una mujer a la que se le ha realizado una ligadura de trompas, con independencia de que la actuación médica haya sido correcta o no. Eso es, al menos, lo que piensa todo un catedrático de medicina legal de la Universidad de Barcelona, Emilio Huguet Ràmia, en un dictamen que envió el pasado mes de septiembre a un juzgado civil de la ciudad. En esas dos páginas, el catedrático venía a justificar con ése y ot...

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La naturaleza es sabia, afirma el dicho popular. Tanto que incluso tiene reacciones "impensables y sorprendentes", inexplicables para la científicos, como, por ejemplo, que quede embarazada una mujer a la que se le ha realizado una ligadura de trompas, con independencia de que la actuación médica haya sido correcta o no. Eso es, al menos, lo que piensa todo un catedrático de medicina legal de la Universidad de Barcelona, Emilio Huguet Ràmia, en un dictamen que envió el pasado mes de septiembre a un juzgado civil de la ciudad. En esas dos páginas, el catedrático venía a justificar con ése y otros argumentos similares la actuación de una ginecóloga demandada por una mujer que quedó embarazada cuatro meses después de que le practicaran la ligadura de las trompas de Falopio. En ese dictamen, el catedrático explica que estas operaciones fracasan entre un 1 y un 3 por 1.000, y luego expone sus peculiares opiniones, pues actuaba como perito judicial, al que se le supone el rigor científico y la imparcialidad necesarios para ilustrar al juez antes de que dicte sentencia en ese pleito civil. "Quizás, excediéndonos de contexto del extremo planteado, cabría recurrir a las propiedades últimas de la propia naturaleza: el instinto de conservación y el de perpetuación de la especie", asegura Huguet. Y sigue: "Cuando se ejecutan acciones dirigidas a impedir la perpetuación de la especie (esterilizaciones), la naturaleza persigue la ineficacia de tal acción mediante reacciones también en cierta forma impensables y sorprendentes, y que escapan a la total comprensión de la comunidad científica en cuanto al mecanismo fisiológico íntimo, desencadenante de la resistencia a que sea totalmente efectiva tal modificación biológica". El catedrático opina que esto ocurre "ante situaciones en las que se pone en peligro la supervivencia" y que "el ser humano, lo mismo que en otras especies, es capaz de reacciones impensables en otras circunstancias". Un perito predeterminado Rafael Núñez Dueñas, el abogado de la perjudicada, se opuso en su día a la designación de Emilio Huguet, al considerar que era un perito "predeterminado", porque había sido propuesto por la defensa. Según Núñez, el juzgado debería haber sido elegido por sorteo entre tres posibles candidatos, como ocurre en la práctica totalidad de los casos, pero el magistrado que tramita la demanda, Antonio Pascual Nuño de la Rosa, rechazó esa pretensión. Después de conocer el dictamen del catedrático, la acusación ha explicado al juez por escrito que la realidad ha confirmado sus sospechas iniciales de parcialidad. "El citado dictamen rezuma un comprensible pero ilegítimo espíritu corporativo profesional que contamina su fin ilustrativo" para el juez, afirma Núñez. La defensa considera que las explicaciones de Huguet se basan en "premisas acientíficas de anónima solvencia filosófica y estadística", y precisa que desearía conocer la especialidad del catedrático para comprobar sus conocimientos de ginecología.

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