Cartas al director

La boda

Sabía desde días atrás que Francisco Rivera y Eugenia de Alba se casaban, sabía que iban a cortar el centro de la ciudad, sabía que él llevaría chaqué y ella saldría del palacio de Dueñas, pero no sabía (y cómo me avergüenzo de ello) que el mismo día se celebraba la entrega de los Premios Príncipe de Asturias, y, desgraciadamente, tampoco sabía que los premios de Cooperación Internacional y Concordia habían sido concedidos a tan admirables personas. Estos hombres y mujeres que ni son condes, ni duquesas, ni toreros, ni maestrantes deberían suscitarnos más ganas de gritar y de emocionarnos que ...

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Sabía desde días atrás que Francisco Rivera y Eugenia de Alba se casaban, sabía que iban a cortar el centro de la ciudad, sabía que él llevaría chaqué y ella saldría del palacio de Dueñas, pero no sabía (y cómo me avergüenzo de ello) que el mismo día se celebraba la entrega de los Premios Príncipe de Asturias, y, desgraciadamente, tampoco sabía que los premios de Cooperación Internacional y Concordia habían sido concedidos a tan admirables personas. Estos hombres y mujeres que ni son condes, ni duquesas, ni toreros, ni maestrantes deberían suscitarnos más ganas de gritar y de emocionarnos que un simple y vulgar, aunque adinerado, casamiento. Y, sobre todo, deberían entrarnos muchas ganas de llorar sabiendo que sólo con los millones que la señora de Rivera llevaba en su cabeza, aunque no en su conciencia, se hacen pozos en la India, hospitales en África y el Vacie en Sevilla no sería lo que es. Sólo me queda expresar mi respeto y admiración hacia los 11 galardonados que en el día de ambos acontecimientos me han dado tanto en que pensar.-

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