"Made in Fuenlabrada"

5.000 personas aclaman a Deep Purple, coreando juntos y sin incidencias 'Smoke on the water'

"Tío, llevo toda mi vida esperando este concierto", declaraba emocionado un viejo rockero cincuentón entrado en carnes y canas. Vestido con un chalequito de cuero abierto que dejaba ver el perfil colorista de un jefe indio dibujado sobre una ceñida camiseta negra, su compañero le respondía: "Ya te digo. Aunque ya no esté el Blackmore, no veas si siguen molando los Parpel".La alegría de esta pareja de incombustibles espectadores era compartida anoche por cerca de 5.000 personas, que habían acudido al pabellón Fernando Martín de Fuenlabrada, para ver tocar en directo a Deep Purple,...

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"Tío, llevo toda mi vida esperando este concierto", declaraba emocionado un viejo rockero cincuentón entrado en carnes y canas. Vestido con un chalequito de cuero abierto que dejaba ver el perfil colorista de un jefe indio dibujado sobre una ceñida camiseta negra, su compañero le respondía: "Ya te digo. Aunque ya no esté el Blackmore, no veas si siguen molando los Parpel".La alegría de esta pareja de incombustibles espectadores era compartida anoche por cerca de 5.000 personas, que habían acudido al pabellón Fernando Martín de Fuenlabrada, para ver tocar en directo a Deep Purple, uno de los más grandes grupos de rock duro de toda la historia. El chalequito del viejo rockero era una de las pocas prendas de cuero que ayer pudieron verse. Los tiempos se ve que realmente están cambiando. No se puede achacar a la época del año, todavía calor en el sur de Madrid, la escasez de chupas de cuero. No hace mucho un rockero se aguantaba con ella aunque fuera pleno agosto en Écija.

La heterogeneidad y lo políticamente correcto es el símbolo de la época. Anoche viendo a los Parpel, había de todo. Principalmente mayores, sí, incluso de los que pueden verse en cualquier concierto de Serrat, por ejemplo, y con la misma pinta; pero también algún chaval acompañado de sus padres. Al fin y al cabo, en casa desde pequeños han estado escuchando el célebre riff del Smoke on the water, con el que sus progenitores tocan encantados la guitarra imaginaria, y querían verlo de verdad. Y muchos concejales y alcaldes del cinturón rojo del sur de Madrid a los que no es difícil imaginar el domingo que viene, viendo al cantautor catalán en Móstoles.

A las 22.06 se vendía la última entrada en taquilla. El chaval que la compraba dudaba si hacerlo al revendedor que le tentaba con una entrada frente a sus narices. "Dos mil quinientas, es la última", se oyó detrás de la ventanilla. "Dos talegos, te ahorras medio". El chaval finalmente se fue a la taquilla. "¡Pringao!", le espetó el frustrado revendedor.

23.03: ¡El famoso riff! Una decena de motos choperizadas con flecos, alforjas y calaveras dibujadas permanecían en la puerta del pabellón inmóviles, mientras sus pilotos saltaban con las notas de introducción del Smoke on the water. Un delirio. El momento ansiado. Steve Morse, el joven que ha sustituido al añorado Ritchie Blackmore, acaso el más influyente guitarrista de rock duro, reprodujo cada nota en su sitio. Los rockeros de siempre, sus hijos, los políticos, todo el mundo vivió su particular Made in Japan, el famoso disco en directo de Deep Purple que ha cumplido 25 años y ha dejado la versión más contundente de Smoke on the water.

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