Los ojos del celuloide
El último fotograma que vio Teo Escamilla tenía un marcado colorido caribeño. En La Habana, la capital cubana, adonde había acudido para buscar un guión, murió el pasado 20 de diciembre "trabajando, que era lo único que sabía hacer", recordó ayer su sobrino Paco Escamilla. El actor Paco Rabal suplió su ausencia con versos incrédulos y melancólicos por la desaparición de su amigo: "Se ha muerto Teo Escamilla/ y ni lo veo, ni tolero/ porque siendo de Sevilla/ ha ido a morir un torero/ hasta Cuba y la su orilla". La apertura de la exposición Querido Teo, organizada por el Ayuntamiento de Sevilla ...
El último fotograma que vio Teo Escamilla tenía un marcado colorido caribeño. En La Habana, la capital cubana, adonde había acudido para buscar un guión, murió el pasado 20 de diciembre "trabajando, que era lo único que sabía hacer", recordó ayer su sobrino Paco Escamilla. El actor Paco Rabal suplió su ausencia con versos incrédulos y melancólicos por la desaparición de su amigo: "Se ha muerto Teo Escamilla/ y ni lo veo, ni tolero/ porque siendo de Sevilla/ ha ido a morir un torero/ hasta Cuba y la su orilla". La apertura de la exposición Querido Teo, organizada por el Ayuntamiento de Sevilla para estrenar el ciclo "Cultura de cine", se convirtió en un cálido homenaje del cine español al director de fotografía, que nació en el barrio de Nervión, en Sevilla, el 23 de octubre de 1940. Carlos Saura y Antonio Giménez-Rico, dos de los directores que más se repiten en la filmografía de Escamilla, acudieron ayer a la Sala San Hermenegildo para sumarse al acto en recuerdo de, según el actor José Sancho, "uno de los pilares españoles del séptimo arte". Sancho, que trabajó con el fotógrafo sevillano en obras como Montoyas y tarantos (1989) o La Lola se va a los puertos (1993), le rememoró ayer con "un gran sentido cómplice y enormes ganas de vivir". Entre los elogios, el actor no reprimió un toque irónico: "No te preocupes [Teo], que nadie de la Academia ha venido en representación. Es que si no lo digo, reviento". Muchos de los rostros ligados al celuloide, que acudieron ayer al homenaje, figuran en la colección de fotografías -en blanco y negro- que resumen la vida y obra de Teo Escamilla, incluida su primera imagen junto a una cámara de 16 milímetros, mientras filmaba corridas en la plaza de toros de Las Ventas, como ayudante de su hermano Pepe. Instantáneas del cineasta en rodajes como El Quijote, junto al actor Fernando Rey; El rey del río, con Alfredo Landa mirando a través de su lupa; o con el escritor Miguel Delibes y el director Antonio Giménez-Rico en una pausa de Las ratas. Fue su última película, después de una larga vida volcada en el cine. En el libro, escrito por Miguel Olid y editado con motivo de la exposición, Jaime de Armiñán, destaca "su tenacidad, su amor al cine y al esfuerzo útil, su lucha continua por la película. Y, naturalmente, su luz". La relación entre ambos se prolongó durante 25 años, desde que ambos coincidieron en Mi querida señorita. Escamilla le soltó al director: "Dime lo que quieres que se vea". "Teo Escamilla no verá el siglo XXI, pero el siglo XXI verá la obra de Teo Escamilla", concluye Jaime de Armiñán. Teo Escamilla simboliza, para el primer teniente de alcalde de Sevilla, Alejandro Rojas-Marcos, la esencia de la ciudad donde nació. "Sevilla es reconocida por muchas señas de identidad como su capacidad de creación, su humanidad, su universalidad y por haberse hecho a si misma. Teo es así, capaz de ver dónde otros sólo podemos mirar". "Esta ciudad tenía que rendirle un homenaje", agregó. La filmografía de Escamilla supera el centenar de obras, entre las que se incluyen títulos míticos del cine español como Cría cuervos, La caza, Mamá cumple cien años o El nido. Y uno de sus últimos títulos, dirigido por Manuel Gutiérrez Aragón en 1997, acabó resultando profético: Cosas que dejé en La Habana. Allí, recordó ayer José Sancho, "su entrega fue máxima".