Cartas al director

"Año Uno"

En apoyo del artículo de don Rafael Sánchez Ferlosio Cero en aritmética (1 de septiembre de 1998), y para que no deba él correr con toda la tarea, quisiera añadir un ejemplo particularmente claro de "Año Uno" que muestra cuán necia es la pretensión de iniciar las cuentas con un "Año Cero", según habían reclamado a Dionisio el Exiguo, retrospectivamente, tanto el profesor Stephen Jay Gould de Harvard como su improvisado exégeta de EL PAÍS.Al nacer, un niño no se instala en su "Año Cero", sino en su primer año, que empieza a contar a partir de su alumbramiento, o, lo que es lo mismo, en su "Año ...

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En apoyo del artículo de don Rafael Sánchez Ferlosio Cero en aritmética (1 de septiembre de 1998), y para que no deba él correr con toda la tarea, quisiera añadir un ejemplo particularmente claro de "Año Uno" que muestra cuán necia es la pretensión de iniciar las cuentas con un "Año Cero", según habían reclamado a Dionisio el Exiguo, retrospectivamente, tanto el profesor Stephen Jay Gould de Harvard como su improvisado exégeta de EL PAÍS.Al nacer, un niño no se instala en su "Año Cero", sino en su primer año, que empieza a contar a partir de su alumbramiento, o, lo que es lo mismo, en su "Año Uno". Doce meses después de ese nacimiento se dice, justamente, que el niño ha cumplido un año. Parece haberse olvidado que cumplir equivale a completar, y ya al día siguiente de ese cumpleaño el niño en cuestión se habrá instalado en su segundo año o "Año Dos", que sólo se cumplirá o completará al cabo de otros doce meses, y así sucesivamente. De la misma forma, ni el siglo ni el milenio se habrán cumplido (o completado) hasta que el año 2000 se haya a su vez cumplido entero, esto es, hasta que no llegue la medianoche del 31 de diciembre del 2000 y se inicie el "Año Uno" del siglo XXI y del tercer milenio, a saber, y como su propio nombre o número indica, el 2001. Nadie es más fatuo que quien corrige a quien está modestamente en lo cierto, en este caso un pobre monje del siglo VI que ya hizo bastante más que sus perdonavidas del siglo XX.- . .

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