Tribuna:

Comienzo de curso

Aunque con la estructura territorial del Estado que tenemos, raro es el año en el que no hay algún proceso electoral, la verdad es que no ha habido ningún curso político que haya estado tan marcado por procesos electorales como lo va a estar éste que comienza mañana. Como mínimo vamos a tener en otoño las elecciones vascas, a finales de invierno las catalanas y a finales de primavera las europeas, municipales y autonómicas en trece comunidades. Y digo como mínimo, porque no está descartado que, coincidiendo con estas últimas. se celebren también elecciones generales. Se trata, pues, de un añ...

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Aunque con la estructura territorial del Estado que tenemos, raro es el año en el que no hay algún proceso electoral, la verdad es que no ha habido ningún curso político que haya estado tan marcado por procesos electorales como lo va a estar éste que comienza mañana. Como mínimo vamos a tener en otoño las elecciones vascas, a finales de invierno las catalanas y a finales de primavera las europeas, municipales y autonómicas en trece comunidades. Y digo como mínimo, porque no está descartado que, coincidiendo con estas últimas. se celebren también elecciones generales. Se trata, pues, de un año en el que la estrategia electoral lo va a dominar todo. En Andalucía, a pesar de que las elecciones autonómicas sólo tendrán lugar en el año 2000, esta presencia del momento electoral no va a ser menos intensa que en las demás comunidades autonómas, sino más. El peso demográfico y político de Andalucía la convierte en un terreno privilegiado del enfrentamiento electoral entre los grandes partidos nacionales. No creo, en consecuencia, que se pueda razonablemente esperar una mejora del clima político, sino más bien lo contrario. Si las relaciones entre el Gobierno de la nación y el de la Junta de Andalucía han estado presididas por una confrontación permanente, es prácticamente seguro que vamos a tener más de lo mismo. Sí cabe esperar, sin embargo, que, desde las instituciones andaluzas, se empiece a reflexionar sobre las propuestas de reestructuración del Estado que se han avanzado en los últimos meses, bien en documentos como la Declaración de Barcelona, a la que va a seguir dentro de unos días otra de Bilbao, o en entrevistas como la concedida por Jordi Pujol a La Vanguardia el domingo 16 de agosto. La conflictividad con el Gobierno de la nación no debe marginarnos de un debate en el que Andalucía tiene mucho que decir, porque es mucho lo que puede perder o ganar. La estructura del Estado y en particular el problema de la financiación del mismo va a ser el tema central de la próxima legislatura, que se prefigura a partir de mañana.JAVIER PÉREZ ROYO

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