Gràcia se convierte, un año más, en un gran taller

A un año vista. Los miembros de las comisiones que engalanan las calles de Gràcia empiezan a pensar en los decorados inmediatamente después de clausurar las fiestas de cada año. Normalmente se deciden los temas de forma asamblearia dentro de las comisiones, "pero siempre hay alguien que tiene una idea luminosa", dice una chica de la calle Sant Agustí, donde hacen un gran quiosco. Mares y acuarios, selvas y fantasías tropicales, jardines, bosques y huertos, insectos mil, y paisajes nevados son los temas recurrentes que convierten el barrio de Gràcia en un gran taller de manualidades agosto tra...

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A un año vista. Los miembros de las comisiones que engalanan las calles de Gràcia empiezan a pensar en los decorados inmediatamente después de clausurar las fiestas de cada año. Normalmente se deciden los temas de forma asamblearia dentro de las comisiones, "pero siempre hay alguien que tiene una idea luminosa", dice una chica de la calle Sant Agustí, donde hacen un gran quiosco. Mares y acuarios, selvas y fantasías tropicales, jardines, bosques y huertos, insectos mil, y paisajes nevados son los temas recurrentes que convierten el barrio de Gràcia en un gran taller de manualidades agosto tras agosto. Entre la veintena de calles y plazas disfrazadas también se pueden encontrar algunas originalidades. En la plaza del Poble Romaní evocarán la historia del típico braç de gitano en un homenaje a la comunidad de gitanos que se instaló en el barrio hace 200 años. Y en la calle Torrijos, los chicos del esplai Matinada están preparando un pasaje sobre el paso del tiempo con un gran reloj con Harold Lloyd colgando. Los equipos de trabajo reúnen a gente de lo más variado. En principio, las comisiones tienen entre 10 y 20 miembros que se reparten las tareas como pueden. Algunos se quejan de que son demasiado pocos, pero a última hora siempre consiguen reclutar a voluntarios que sean capaces de subirse a escaleras de cuatro metros o de pintar y grapar infinidad de cartones y cartulinas. Margarita Pedrol, de la calle Torres, asegura que necesitan 3 millones de grapas para construir un decorado que quiere representar un paisaje tropical. Y los currantes de la placeta de Sant Miquel cuentan entre risas que llevan todo el año recolectando latas, unas 8.000, para dar forma a un enjambre de insectos gigantes. Todo tiene que estar listo para el sábado. Algunos esperan a que llegue la noche del viernes para instalar sus arquitecturas efímeras. Como los vecinos de la calle Puigmartí, que ganaron en 1997 con un conjunto de fresales. Este año ha sido la portera de un inmueble de la misma calle quien ha decidido convertirla en un envelat que evoque los recintos donde se celebraban antes los bailes de fiesta mayor. El domingo 16, a las seis de la tarde, se repartirán los premios en la sede del distrito, en la plaza Rius i Taulet. En la calle ganadora se presentará, el día 17 a las siete y media de la tarde, el libro y el CD Rom Arxiu Festiu. Gràcia Festa Major. En él se muestran imágenes para recuperar la trayectoria de la fiesta, desde sus inicios, en los primeros años del siglo XIX, hasta 1943. El objetivo de sus autores, que quieren continuar, es reconstruir la historia y saciar la curiosidad que sienten los vecinos de Gràcia por saber cómo engalanaban las calles sus antepasados.

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