Tribuna:

Color

MANUEL PERIS Una de esas sabias intuiciones de Ricard Pérez Casado ha permitido que salga a la luz la obra El color en la arquitectura tradicional valenciana, editada por la Fundación Bancaixa que preside el ex alcalde de Valencia. Más allá del texto de Xavier Bordils y del sugerente prólogo del especialista Jean Phillippe Lenclos, el libro tiene el valor de gran documento que le confiere la recopilación de fotografías y paletas de colores realizadas por Susy Seva. El minucioso trabajo de campo a través de los pueblos de toda la geografía valenciana y la paciente labor de Susy Seva en la reco...

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MANUEL PERIS Una de esas sabias intuiciones de Ricard Pérez Casado ha permitido que salga a la luz la obra El color en la arquitectura tradicional valenciana, editada por la Fundación Bancaixa que preside el ex alcalde de Valencia. Más allá del texto de Xavier Bordils y del sugerente prólogo del especialista Jean Phillippe Lenclos, el libro tiene el valor de gran documento que le confiere la recopilación de fotografías y paletas de colores realizadas por Susy Seva. El minucioso trabajo de campo a través de los pueblos de toda la geografía valenciana y la paciente labor de Susy Seva en la reconstrucción de las muestras de color recogidas han hecho posible la elaboración de este auténtico catálogo de colores de nuestros espacios urbanos. Como apuntó el propio Pérez Casado en la presentación de la obra, en primer lugar este libro nos enseña a mirar, de forma que tras repasar las fotografías y paletas de cada una de las comarcas valencianas se añade a la memoria del lector una información que transforma el recuerdo almacenado a través de la retina del viajero. Sólo por esto vale la pena "mirar" el color de esta arquitectura tradicional valenciana, porque siguiendo este catálogo de colores nuestra memoria realiza un viaje cromático hasta ahora sólo intuido y, en todo caso, percibido de forma dispersa junto a otros datos que se agolpan en la cabeza del viajero, como el paisaje, las formas arquitectónicas o la gastronomía. El libro se convierte así también en una nueva invitación al viaje por los mismos espacios de nuestra geografía más próxima y que tal vez, sí, ya conocemos, pero que en cualquier caso veremos con prismas diferentes. Es un valor añadido, porque obviamente la aportación mayor de las paletas de Susy Seva será la estrictamente arquitectónica, sirviendo de orientación en la rehabilitación de edificios o en la construcción de nuevas casas, contribuyendo a recuperar nuestros paisajes urbanos. Dice Lenclos en el prólogo que "el color es la identidad". Afirmación excesivamente categórica, tal vez por una traducción literal en la que sobraría el artículo determinado: el color es identidad. Y lo primero que llama la atención de nuestra identidad cromática es la pluralidad, la enorme variedad de colores, tonos y gamas de la arquitectura tradicional valenciana. Una pluralidad que puso de manifiesto hace años respecto a las formas arquitectónicas populares Eduard Mira en un excelente trabajo en el que denunciaba la mixtificación llevada a cabo con los pastiches de las uniformadoras urbanizaciones de chalets falsamente mediterráneos y por supuesto cortados todos por el mismo patrón. El trabajo de Mira, si no recuerdo mal, se publicó en Geográfica Valenciana, una hermosa revista impulsada desde el Institut Turístic Valencià por Andrés García Reche en la que se publicó también un trabajo de Josep Vicent Marqués curiosamente titulado Policromía valenciana. La policromía a la que hacía referencia Marqués no era como ésta, de pigmentos, sino más bien metafórica y aplicada a la geografía, los habitantes, la historia, las fiestas o el carácter de los valencianos. Y a fin de cuentas lo que las paletas de Susy Seva nos devuelven es eso, color, porque de color es todo aquello que no es ni blanco ni negro y nuestra identidad es tan de color como la selección de fútbol francesa: interétnica, multicultural y plurilingüe, rica cromáticamente, más allá de los uniformes y de los pantones fijos de cualquier bandera.

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