La juez requiere muestras de escritura a dos imputados en las escuchas a HB

La juez Carmen Lasanta, que instruye el caso de las escuchas del Cesid a Herri Batasuna (HB), tomó ayer declaración a dos de los imputados en la investigación. A ambos les fue requerida también una muestra de su escritura, que será contrastada con documentos y notas manuscritas halladas en el registro del piso desde el que se realizaba la vigilancia a HB.Uno de los imputados es F. I. de la G., hijo de H. M. I., el coronel destituido tras el descubrimiento, el pasado 31 de marzo, del operativo ilegal situado en el piso superior a la sede de HB en Vitoria. M. I. falleció poco después, a finales ...

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La juez Carmen Lasanta, que instruye el caso de las escuchas del Cesid a Herri Batasuna (HB), tomó ayer declaración a dos de los imputados en la investigación. A ambos les fue requerida también una muestra de su escritura, que será contrastada con documentos y notas manuscritas halladas en el registro del piso desde el que se realizaba la vigilancia a HB.Uno de los imputados es F. I. de la G., hijo de H. M. I., el coronel destituido tras el descubrimiento, el pasado 31 de marzo, del operativo ilegal situado en el piso superior a la sede de HB en Vitoria. M. I. falleció poco después, a finales de mayo, a causa de un ataque cardíaco.

El otro imputado que ayer compareció en el juzgado es el sargento del Ejército V. C. Éste se negó a responder a todas las preguntas que le fueron planteadas.

La acusación particular, que ejerce el abogado Íñigo Iruin, tiene indicios de que C. alquiló en 1988 una segunda vivienda, situada frente a la sede de HB, en el número 1 de la misma calle Ramiro de Maeztu, desde la que se realizaban filmaciones y se obtenían fotografías de las personas que entraban y salían de las oficinas. El contrato de alquiler de esa vivienda quedó rescindido el 23 de abril, tres semanas después de que se descubriera la vigilancia sobre los radicales.

El sargento advirtió desde el principio de su comparecencia ante la juez Lasanta que no iba a declarar, por lo que ésta y el fiscal optaron por no practicarle pregunta alguna.

Por su parte, I. de la G. reconoció haber estado en numerosas ocasiones en el piso de la calle Ramiro de Maeztu, 6, hacia el que derivaba el pinchazo telefónico. Según dijo, acudía al lugar para dar clases de inglés.

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