Yeltsin insta al Parlamento a que apoye un plan de ajuste que evite el caos económico

El presidente ruso, Borís Yeltsin, y su primer ministro, Serguéi Kiriyenko, instaron ayer al Parlamento (cuya Cámara baja dominan los comunistas y sus aliados) a que apoye un plan de estabilización que consideran la última frontera para evitar el colapso económico y una explosión social que haga tambalearse al régimen. El plan pone el énfasis en defender el rublo, en ajustar los gastos a los ingresos y en aprobar una reforma fiscal más coherente que desvíe la carga de impuestos del sector productivo al del consumo y que incluya el cobro de impuestos a extranjeros.

El plan es una terapia...

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El presidente ruso, Borís Yeltsin, y su primer ministro, Serguéi Kiriyenko, instaron ayer al Parlamento (cuya Cámara baja dominan los comunistas y sus aliados) a que apoye un plan de estabilización que consideran la última frontera para evitar el colapso económico y una explosión social que haga tambalearse al régimen. El plan pone el énfasis en defender el rublo, en ajustar los gastos a los ingresos y en aprobar una reforma fiscal más coherente que desvíe la carga de impuestos del sector productivo al del consumo y que incluya el cobro de impuestos a extranjeros.

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El plan es una terapia de choque cuyo contenido apenas se esbozó ayer, arropado en una larga serie de declaraciones de intenciones, y cuyos detalles se conocerán a medida que se concreten en proyectos de ley. Sus impulsores reconocen que será impopular, aunque recogerá salvaguardias para los sectores más desfavorecidos.A la reunión, celebrada en la Casa Blanca (sede del Gobierno), fueron convocados los dirigentes parlamentarios y regionales y numerosos diputados. El líder del Kremlin abrió la sesión con tono apocalíptico, reconociendo que la situación financiera es alarmante y supone graves peligros de inestabilidad política y conflictos sociales. [Una muestra fue el bloqueo de líneas férreas en Vladivostok, ayer, por miles de funcionarios que reclamaron el pago de sus salarios].

El plan, señaló Yeltsin, tiene dos objetivos fundamentales: de forma inmediata, cortar las turbulencias en los mercados que han dejado temblando al rublo y la Bolsa y obligado a subir espectacularmente los tipos de interés; y a medio plazo, crear una estructura económica sólida y estable..

Si se trata o no de una utopía se verá en los próximos meses, pero cuesta creer que, de golpe y porrazo, se pueda poner orden en un caos que tiene raíces tan profundas como la corrupción generalizada, la indisciplina fiscal, el derroche e ineficacia en el manejo de los recursos, la caída del precio del petróleo, el enfrentamiento entre Gobierno y Parlamento y la desconfianza de los mercados..

Reparto de culpas

"Gran parte de la culpa es nuestra", dijo Yeltsin. "Hemos perdido ímpetu en la reforma de la economía. Se ha deteriorado de nuevo la situación creada por el impago de salarios y pensiones". Y no sólo sufren los empleados del sector público, sino también quienes no dependen del presupuesto. Decenas de millones de trabajadores. También fustigó a los líderes regionales. "Todos estamos en la misma barca", dijo, "pero algunos reman mientras el resto se sienta sin hacer nada".El presidente metió prisa a los diputados. "Todas estas leyes", señaló, "tienen que estar aprobadas antes de las vacaciones parlamentarias de verano ". El líder comunista Guennadi Ziugánov, que abrió hace días un proceso político para destituir al líder del Kremlin, ya ha dicho que a los suyos no les importa trabajar hasta en agosto, pero que ni Yeltsin ni Kiriyenko lograron seducirles. En su opinión, el primero se limitó a amenazar e intimidar a la Duma, y el segundo soltó "una cadena de generalidades técnicas" sin sustancia.

Yeltsin dejó a su jefe de Gobierno, al que se sacó de la manga el pasado marzo, la tarea de explicar la letra menuda del pacto, tanto a los políticos como a los periodistas. Lo hizo con su habitual velocidad y ausencia de vacilaciones, pero sin salirse una raya del guión, sin demasiadas precisiones, insistiendo en la necesidad de disciplina presupuestaria, de mejorar la capacidad productiva, de reducir los tipos de interés, de no permitir que la deuda agote los escasos recursos del Estado, de no gastar más de lo que se recauda y de perseguir a los defraudadores. Casi la canción de siempre, aunque interpretada con más énfasis. El mismo Kiriyenko dijo que no podía ser de otra forma porque, en economía, "dos y dos siempre son cuatro".

Anunció que se implantará "el monopolio completo del Estado sobre la producción de alcohol y que se cobrarán impuestos a los extranjeros que trabajan en Rusia. "En Moscú y San Petersburgo hay 60.000 extranjeros, cuyos ingresos suponen 5.000 millones de dólares que ahora no pagan impuestos".

El plan de estabilización, vino a afirmar el primer ministro, no puede atascarse en una estéril discusión en el Parlamento. Por eso Yeltsin advirtió que, en ese caso, está dispuesto a adoptar "otras medidas". Tal vez era un guiño de que podría decidir disolver la Duma. Pero Kiriyenko prefirió el tono conciliador, y expresó su confianza en que los diputados compartan su opinión de que hay que actuar rápido.

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