Operación barbo

Los barbos del río Cofio se han topado con un obstáculo artificial e insalvable en mitad del cauce: un azud, una pequeña presa que la Confederación Hidrográfica del Tajo ha levantado como instrumento medidor del caudal de agua. Los peces se apelotonan al pie de la presa y, pese a los saltos que pegan con su potente aleta caudal, no pueden superar la pared.

La Confederación ordenó ayer a varios de sus operarios rescatar todos los barbos que pudieran de la parte baja del muro para soltarlos en la de arriba. Se enfrentaban a una misión imposible tanto por la fuerte corriente como por l...

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Los barbos del río Cofio se han topado con un obstáculo artificial e insalvable en mitad del cauce: un azud, una pequeña presa que la Confederación Hidrográfica del Tajo ha levantado como instrumento medidor del caudal de agua. Los peces se apelotonan al pie de la presa y, pese a los saltos que pegan con su potente aleta caudal, no pueden superar la pared.

La Confederación ordenó ayer a varios de sus operarios rescatar todos los barbos que pudieran de la parte baja del muro para soltarlos en la de arriba. Se enfrentaban a una misión imposible tanto por la fuerte corriente como por la cantidad de peces atrapados. La interrupción de la migración de los barbos ha llegado a oídos de la Consejería de Medio Ambiente, que ayer anunció que construirá una escala [una escalera de cascadas] para que los peces pasen al otro lado.

Todas las primaveras, desde tiempo inmemorial, cientos de barbos y bogas (y truchas cuando las había) dejan las tranquilas aguas de los embalses o de los cursos bajos de los ríos y se aventuran aguas arriba. Buscan el sitio ideal donde aparearse. A las hembras les gustan las orillas de fina arena y agua tranquila para poner sus huevos y enterrarlos. Este ciclo milenario ha quedado interrumpido en el río Cofio, que desemboca en el embalse de San Juan.

"El muro es algo lamentable. No han respetado el ciclo básico de la naturaleza: la reproducción de las especies piscícolas. Ni siquiera se han molestado en hacer una escala para que los peces puedan remontar la presa y seguir su viaje. Luego dicen que somos los pescadores los que matamos los ríos", se quejaba ayer Justo Ortega, de 50 años, presidente de la sociedad de pescadores El Cascabel. Ortega continuó a pie de río y caña en mano: "Además, la imagen que están dando los operarios de la Confederación es ridícula. Se creen que con esas sacadoras van a arreglar este desaguisado", añadió.

El hacinamiento de los barbos al pie del muro les puso a tiro de los anzuelos de los pescadores. La jornada fue fructífera para muchos cañistas el domingo pasado. Pero no abusaron de los peces, sino, al contrario, les ayudaron en su migración: "Los propios pescadores, a medida que sacaban los barbos del agua, los iban guardando en rejones y luego los devolvían, pero ya en la parte de arriba de la presa", añade Ortega.

La Confederación Hidrográfica del Tajo construyó el muro en el río Cofio el verano pasado. "No es una presa, sino una estación de aforos", aclaró a pie de río ayer un técnico de la empresa. "Sirven para medir el caudal de los ríos y así prevenir inundaciones y desbordamientos. Hay otros 201 puntos similares repartidos por toda España", añadió.

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