Un grupo de niños y adolescentes venezolanos saltan de los suburbios a las salas de conciertos

Rosa Banús y Antoine Duhamel son los artífices de un invento maravilloso: consiguen que funcione la Orquesta Sinfónica Juvenil de Anzoátegui (Venezuela) con niños de la calle. Su orquesta, basada en la Barcelona de Venezuela, se nutre de chicos de los suburbios. Para ellos, el contacto con los instrumentos y la música es la puerta hacia el futuro. "Queremos que los barceloneses de acá, los catalanes, vean de lo que somos capaces", dicen. Los 72 niños y adolescentes que integran la orquesta, hija de un experimento social, ofrecerán en agosto una gira de 11 conciertos por Cataluña.

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Rosa Banús y Antoine Duhamel son los artífices de un invento maravilloso: consiguen que funcione la Orquesta Sinfónica Juvenil de Anzoátegui (Venezuela) con niños de la calle. Su orquesta, basada en la Barcelona de Venezuela, se nutre de chicos de los suburbios. Para ellos, el contacto con los instrumentos y la música es la puerta hacia el futuro. "Queremos que los barceloneses de acá, los catalanes, vean de lo que somos capaces", dicen. Los 72 niños y adolescentes que integran la orquesta, hija de un experimento social, ofrecerán en agosto una gira de 11 conciertos por Cataluña.

"Nos llegan de zonas humildes,les dejamos elegir un instrumento y les enseñamos a tocarlo. Pero no como se haría en un conservatorio tradicional, sino haciéndolos tocar desde el primer día. Con ello conseguimos auténticos milagros, los chicos se integran en un grupo, incluso consiguen que sus familias, de escasos recursos, se interesen por los conciertos, tengan más autoestima y cambien de forma de ser", afirma Rosa Banús. Ella es la presidenta de la fundación de la que depende la orquesta y amamanta desde hace más de 10 años el complicado experimento caribeño de la otra Barcelona rodeada de violonchelos, violines, fagots, oboes, y con la única arma de unas pocas becas en bolívares. "La idea no es que todos estos chicos acaben siendo músicos, sino que sean unos ciudadanos mejores", afirma Banús. "Uno de nuestros mejores intérpretes -ya hemos enviado a tres a la Orquesta de la Escuela Superior de Música Reina Sofía-, es un muchacho procedente de un entorno familiar difícil. Acudía a la orquesta gracias a la complicidad materna. Aquel chico tocó para el Papa durante la visita que hizo a Venezuela y su padre le vio por televisión. El cambio que se produjo en esa familia fue un auténtico milagro". Los chicos ensayan en una antigua fábrica de galletas entre Barcelona y Puerto la Cruz y viven con una contenida euforia su futuro viaje a Cataluña. "Yo siempre había soñado con que tocaran en Cataluña, pero, sinceramente, no pensé que el sueño pudiera cumplirse". Rosa Banús nació en Salt (Gironès), de donde salió siendo una niña con sus padres rumbo al exilio suramericano, primero a Uruguay y luego a Venezuela. Dicen sus vecinos venezolanos que es una mujer "arrecha" (con carácter). Su español se contaminó de la dulce cadencia del nuevo continente, pero su catalán es firme como una roca. Antoine Duhamel es el director de la orquesta. Es un francés afincado en Venezuela. Es autor de la banda sonora del filme de Fernando Trueba Belle Époque, que ganó un Oscar. "Ahora mi pelea es más confortante, aunque a veces más dura, me toca ser el malo, el que toma decisiones", dice. Duhamel ha programado los 11 conciertos que la orquesta ofrecerá este verano en diferentes puntos de Cataluña: Platja d"Aro, S"Agaró, Girona, Reus, Olot, Besalú, Canet, Barcelona y Montserrat. Los 72 niños y adolescentes venezolanos que integran la orquesta llegarán a mediados del próximo mes de agosto a Cataluña con música fresca y la mayor parte de ella poco habitual en la salas de conciertos europeas: Sensemaya, de Silvestre Revuelta; Huapango, de Pablo Moncayo; la suite del ballet La estancia, de Alberto Ginastera; la suite Margariteña, de Inocente Carreño; el Danzón, de Arturo Marqués; Don Juan, de Richard Strauss, e Historia de un soldado, de Stravinski. La orquesta de la Barcelona venezolana dedica sus esfuerzos a un grupo de más de 250 jóvenes. Un total de 700 se forman en otras orquestas similares en otros Estados venezolanos. Este es un movimiento social importante inspirado por el doctor José Antonio Abreu, premio Gabriela Mistral de la Organización de Estados Americanos (OEA), que ha generado 104 orquestas infantiles y juveniles en Venezuela en las que tocan 128.000 chicos de familias pobres. El proyecto fue analizado por Unesco y su impacto social ha sido comprobado por los técnicos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Mundial, que decidieron apoyarlo. Rosa Banús conoció hace unos meses al presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, y no desaprovechó la ocasión para presumir de que en Venezuela "hay otras cosas además de petróleo, corrupción y alcaldesas exuberantes".

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