Un joven de 92 años
«UNA DE las figuras intelectuales más ricas de nuestra actual literatura: escritor de vanguardia en la preguerra, sociólogo, profesor en muchas universidades americanas, memorialista, articulista, uno de los principales narradores del exilio y maestro en el empleo de nuestra lengua». De esta forma define el acta del jurado a Francisco Ayala, a quien le fue concedido ayer el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 1998.La larga, intensa y prolífica trayectoria vital del galardonado es muy representativa de su generación: una juventud creadora en la que supo compaginar las experimentaciones es...
«UNA DE las figuras intelectuales más ricas de nuestra actual literatura: escritor de vanguardia en la preguerra, sociólogo, profesor en muchas universidades americanas, memorialista, articulista, uno de los principales narradores del exilio y maestro en el empleo de nuestra lengua». De esta forma define el acta del jurado a Francisco Ayala, a quien le fue concedido ayer el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 1998.La larga, intensa y prolífica trayectoria vital del galardonado es muy representativa de su generación: una juventud creadora en la que supo compaginar las experimentaciones estéticas con una activa participación en el grupo de Ortega, colaborando desde su fundación en la Revista de Occidente . Un final de juventud que coincide con la guerra civil y en la que defiende la legitimidad republicana. Una madurez iniciada en el exilio y un primer regreso a España en 1960. Desde entonces alterna su residencia entre su país y Estados Unidos.
En su amplia y muy diversa obra, de gran calidad toda ella, que comprende desde narrativa y crítica literaria hasta ensayos políticos y sociológicos, hay varias constantes que merecen destacarse: una decidida vocación didáctica, en la que las colaboraciones en la prensa fueron, y son, complementos idóneos (desde las revistas Realidad y La Torre, creadas por él, hasta su última etapa en EL PAÍS para honra de este diario y placer de sus lectores), y una no menos decidida convicción democrática, defendida con hechos durante la guerra civil y analizada en varios de sus ensayos sociopolíticos. La tercera constante en la vida y la obra de Francisco Ayala, consecuencia y síntesis de las anteriores, es su talante, su forma de entender el mundo y a quienes lo habitan, en el que la tolerancia y el interés por lo nuevo están tan arraigados en su conciencia como el respeto por la libertad. Quizá todo ello explique la extraordinaria vitalidad de este joven de 92 años.