El candidato advierte que "las cosas no se pueden seguir haciendo así"

La batalla abierta en la Federación Socialista Madrileña ha colocado a José Borrell en una incómoda, y expuesta, posición política. Cuando lo que a él le conviene es afianzarse como un candidato de todos los socialistas, centrado totalmente en conquistar la presidencia del Gobierno, se encuentra con una pugna territorial que resucita una lucha por el poder que había quedado zanjada hace once meses en el congreso federal del PSOE y en la que los contendientes le exigen que se pronuncie. Su tesis en este momento es que debería prosperar una fórmula que haga compatible las primarias y el pacto al...

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La batalla abierta en la Federación Socialista Madrileña ha colocado a José Borrell en una incómoda, y expuesta, posición política. Cuando lo que a él le conviene es afianzarse como un candidato de todos los socialistas, centrado totalmente en conquistar la presidencia del Gobierno, se encuentra con una pugna territorial que resucita una lucha por el poder que había quedado zanjada hace once meses en el congreso federal del PSOE y en la que los contendientes le exigen que se pronuncie. Su tesis en este momento es que debería prosperar una fórmula que haga compatible las primarias y el pacto alcanzado con el PDNI para que Cristina Almeida encabece la candidatura a la Comunidad de Madrid.Pero, simultáneamente, Borrell exterioriza su enojo por no haber sido consultado durante una negociación, entre Joaquín Almunia y Diego López Garrido, que perseguía un acuerdo de alcance nacional. Esto no le anima a cerrar filas con Almunia, precisamente. "Las cosas no pueden pasar así. No se deben hacer las cosas de tal manera que vivamos al borde del abismo y estemos cada día tratando de recuperar el honor de la señora Braun". Una expresión con la que aludía ayer, en privado, a la posición en que deja al secretario general del PSOE el salir derrotado en votaciones democráticas, como consecuencia de recurrir a ese veredicto sin buscar antes apoyos y, a ser posible, consensos.

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Así las cosas, Borrell prefería mantenerse al margen. Quería evitar aparecer alineado con Alfonso Guerra, máxime cuando éste arremete contra la ejecutiva federal aun enarbolando con derecho la convocatoria de primarias, y resucita un mapa político -el de la división entre guerristas y renovadores- caducado en el 34º congreso y enterrado en las elecciones internas. Pero ahora está emplazado a pronunciarse.

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