El metro de nunca empezar

Madrid, Barcelona, Valencia y Bilbao tienen metro; Sevilla, no. Y lo peor es que no hay visos de que la capital andaluza disponga de este servicio en breve plazo. Esta carencia no tiene mucho sentido, al menos aparentemente. Es obvio que el metro es una infraestructura que apenas encuentra detractores. Cuando Madrid y Barcelona eran las únicas ciudades del Estado que contaban con este transporte, Valencia y Bilbao lo pusieron como uno de los objetivos principales. Los deseos se tornaron realidad en unos años. ¿Por qué entonces en Sevilla el metro se ha convertido en un batiburrillo confuso que...

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Madrid, Barcelona, Valencia y Bilbao tienen metro; Sevilla, no. Y lo peor es que no hay visos de que la capital andaluza disponga de este servicio en breve plazo. Esta carencia no tiene mucho sentido, al menos aparentemente. Es obvio que el metro es una infraestructura que apenas encuentra detractores. Cuando Madrid y Barcelona eran las únicas ciudades del Estado que contaban con este transporte, Valencia y Bilbao lo pusieron como uno de los objetivos principales. Los deseos se tornaron realidad en unos años. ¿Por qué entonces en Sevilla el metro se ha convertido en un batiburrillo confuso que entremezcla los mitos de Sísifo y Penélope? Porque los partidos políticos y las instituciones no se han puesto de acuerdo. La construcción del metro de Sevilla permanece empantanada desde hace años y todo apunta a que las cosas no variarán en breve. La última reunión entre representantes de la Junta y el Ayuntamiento para pactar la creación de la Sociedad Metro de Sevilla se saldó, el pasado martes, con un nuevo fracaso. El concejal de Urbanismo, el andalucista Mariano Pérez de Ayala, el concejal de Tráfico, el popular Mariano Palancar, y el director general de Transportes de la Junta, el socialista Miguel Durbán, se reunieron sin llegar a ningún acuerdo. Dos modelos La situación tampoco era fácil, puesto que las dos instituciones defienden modelos de metro distintos. Durbán rechazó, de momento, la constitución de la Sociedad Metro de Sevilla con el Ayuntamiento como socio. Un portavoz de la Consejería de Obras Públicas, de la que depende la Dirección General de Transportes, indica que no ha habido ningún avance en las negociaciones. "Hay un impasse. No se ha arreglado nada", explica el portavoz. "¿Cómo se va a crear una Sociedad Metro de Sevilla sobre nada? ¿Cómo se va a crear una sociedad sobre algo que no sabemos cómo va a ser?!, se pregunta con un deje de ironía este portavoz de la Junta. !Primero y antes de constituir una sociedad, ¡vamos a ver qué hacemos!", rubrica el portavoz. La Consejería de Obras Públicas no está dispuesta a integrarse en una sociedad que, a su juicio, no ha apostado por un proyecto nítido de metro. Además, su portavoz afirma que el Ayuntamiento no ha dirigido ninguna propuesta concreta a la Consejería. Obras Públicas entregó a finales de 1997 una propuesta de metro al Ayuntamiento. El proyecto de la Junta prevé tres líneas en superficie cuyo coste asciende a 20.895 millones de pesetas. La Junta quería licitar las obras en 1999. La propuesta presentada recorre la ciudad con la excepción del centro histórico, cuya red de metro queda pendiente de estudio en este documento. El Ayuntamiento apuesta por atravesar el centro histórico de forma subterránea. De llevarse a efecto, esta línea de transporte bajo tierra multiplicaría por dos el coste de la obra, señala la Junta. Las líneas propuestas por la Junta son Pino Montano-Prado de San Sebastián-Los Bermejales; La Cartuja-Los Bermejales; y una tercera línea con estaciones en La Plata, Prado de San Sebastián, Puerta de Jerez y Parque de los Príncipes. "La nuestra es una propuesta abierta que remitimos al Ayuntamiento. Si hay diferencias, que el Ayuntamiento elabore una contrapropuesta. Pero ni siquiera nos ha enviado algún papel!, se lamenta el representante de la Consejería de Obras Públicas. El concejal de Urbanismo, Mariano Pérez de Ayala, considera la creación de la Sociedad Metro de Sevilla como el catalizador de una decisión conjunta. Concebida como un ente "paritario" entre la Junta y el Ayuntamiento, esta sociedad asumiría el proyecto de la Consejería de Obras Públicas, las propuestas elaboradas por el Ayuntamiento en los últimos años y "nuevos estudios que se pudieran encargar" por parte de la propia sociedad. "No se puede hacer un metro de espaldas a la ciudad", recalca Pérez de Ayala para dejar clara la necesidad de que el metro atraviese el centro histórico, algo que la propuesta de la Junta no concreta en su proyecto. Las cosas continúan, pues, igual que a finales de 1997. Ha pasado medio año y el metro sigue siendo una entelequia. Ni siquiera está cercana la constitución de una sociedad entre ambas instituciones, que permita consensuar un proyecto y establecer unos plazos de ejecución y un sistema de financiación.

En superfice o subterráneo

La Consejería de Obras Públicas aboga en la propuesta hecha al Ayuntamiento por dejar en estudio la línea que atraviesa el centro histórico. Esta línea intenta unir La Cartuja, Triana y el casco antiguo con Sevilla Este. Las diferencias entre las instituciones en este terreno son radicales. El Ayuntamiento quiere que el metro pase bajo tierra en el centro, mientras que la Junta defiende una solución en superficie. "Actualmente, el metro que se desarrolla en Londres, París y EE UU es en superficie porque es un transporte cómodo y ecológico. A las personas mayores y con minusvalías el metro subterráneo les presenta, además, graves problemas. Es bajar 40 metros. Otro factor es que en Sevilla a la gente le gusta disfrutar de la calle", dice el portavoz de Obras Públicas. El otro argumento que esgrime la Junta contra el metro subterráneo es el coste. El concejal de Urbanismo de Sevilla, Mariano Pérez de Ayala, defiende la necesidad de que el metro cruce de forma subterránea el centro histórico. "Nos parece un error estratégico marginar las 700 hectáreas del centro histórico del sistema de transporte. Si estamos intentando revitalizar el centro, recuperar su uso residencial y sacar vehículos de esta zona, no contar con un metro subterráneo no sería una buena política. Sería el primer metro del mundo que no penetrara en el centro histórico", explica. En el centro histórico el metro sólo puede ser subterráneo, a juicio del Ayuntamiento, porque así incidiría menos en el tráfico y porque no desvirtuaría la belleza arquitectónica del entorno.

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