Tribuna:

Elogios culturales

MIGUEL ÁNGEL VILLENA Hacer de guía turístico de amigos o familiares es uno de los ejercicios más reveladores para redescubrir la ciudad donde uno ha nacido, crecido y vivido. Decía en una ocasión Mario Vargas Llosa que alimentar una relación amorosa supone un colosal esfuerzo de imaginación porque la cotidianidad amenaza con sepultar la pasión más febril bajo un aluvión de tedio y mediocridad. Pero basta con que un otro, real o ficticio, contemple con ojos lujuriosos a nuestra pareja para que nuestro deseo se acreciente. Ocurre con el amor y también con las ciudades. Acostumbrados a un cier...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

MIGUEL ÁNGEL VILLENA Hacer de guía turístico de amigos o familiares es uno de los ejercicios más reveladores para redescubrir la ciudad donde uno ha nacido, crecido y vivido. Decía en una ocasión Mario Vargas Llosa que alimentar una relación amorosa supone un colosal esfuerzo de imaginación porque la cotidianidad amenaza con sepultar la pasión más febril bajo un aluvión de tedio y mediocridad. Pero basta con que un otro, real o ficticio, contemple con ojos lujuriosos a nuestra pareja para que nuestro deseo se acreciente. Ocurre con el amor y también con las ciudades. Acostumbrados a un cierto autoodio, los valencianos necesitamos reflejarnos en las miradas ajenas. Hace unos meses el responsable de una cadena de tiendas culturales, que abrió recientemente una sede en Valencia, colmaba de elogios y piropos una ciudad que, por ser la mía, debía conocer como la palma de mi mano. Escuchaba yo tan sorprendido el relato de las excelencias de Valencia que, en mitad de la charla, mi interlocutor preguntó: "¿Qué pasa? ¿Te parecen alabanzas excesivas?". "Un poco", respondí. "Pues, no creas", prosiguió, "porque los estudios de mercado resultan concluyentes. Valencia es, después de Madrid y Barcelona, pero a gran distancia de ciudades de tamaño similar como Sevilla, Zaragoza o Bilbao, la tercera capital cultural". Pero, no contento con su prospección de demanda cultural y para avalar todavía más su tesis, el ejecutivo recordó que Valencia contaba con una docena de teatros, más de 30 museos y galerías de arte y medio centenar largo de salas de cine. A los valencianos nunca se nos hubiera pasado por la cabeza recontar nuestra oferta. Viene todo esto a cuento de las más que justas quejas de Gloria Mañas, presidenta de los libreros valencianos, que lamenta que algunas editoriales desprecien la cita ferial de estos días en los Viveros y confundan Valencia con alguna pequeña ciudad de la España profunda. Pues ya que algunas empresas culturales sólo entienden el lenguaje de las ventas, que le pidan a mi amigo su estudio de mercado.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En