EL CASO BANESTO

Chicago, años veinte

Mario Conde, que empezó a declarar el 10 de marzo, concluyó ayer su declaración. A partir de ahora es prisionero de lo que ha dicho y está en manos de sus colaboradores y compañeros de banquillo. En su declaración final sobre los artificios contables, el ex banquero volvió a trastabillar ante preguntas concretas de Luis Muñiz, letrado de AGF Unión Fénix. Una respuesta fue un botón de su desmemoria o desfachatez. El letrado le preguntó si sabía que la Comisión del Mercado de Valores (CNMV) había sancionado, recientemente, a Asturiana del Zinc (AZSA) por dar información incorrecta al mercado ...

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Mario Conde, que empezó a declarar el 10 de marzo, concluyó ayer su declaración. A partir de ahora es prisionero de lo que ha dicho y está en manos de sus colaboradores y compañeros de banquillo. En su declaración final sobre los artificios contables, el ex banquero volvió a trastabillar ante preguntas concretas de Luis Muñiz, letrado de AGF Unión Fénix. Una respuesta fue un botón de su desmemoria o desfachatez. El letrado le preguntó si sabía que la Comisión del Mercado de Valores (CNMV) había sancionado, recientemente, a Asturiana del Zinc (AZSA) por dar información incorrecta al mercado y a la propia CNMV sobre operaciones de 1992. Conde dijo: «Algo de ello he leído». El letrado insistió y Conde replicó: «No iba por las tardes a hacer la contabilidad de Asturiana del Zinc».

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Lo que al letrado le faltó decir es lo más sabroso. Esto: Conde, Enrique Lasarte, Vicente Figaredo, César de la Mora y Antonio Sáez de Montagut instaron el 12 de noviembre de 1996 un expediente sancionador contra la Corporación Banesto y Banesto por prácticas especulativas en Asturiana del Zinc (mercado de metales de Londres) que ellos alentaron cuando estaban en la dirección de Banesto.

La CNMV, en efecto, adoptó hace algunos meses varias sanciones. Conde, el denunciante, «leyó algo» de eso. La entrada de Arturo Romaní ayer fue estelar. La versión sobre los 1.500 millones extraídos de la Operación Cementeras, si continúa por el camino iniciado, dará material para una película. Tanto hablar de los panameños y de la CIA -cada uno de los dos, Conde y Romaní, da una versión diferente- y la cuestión es más simple. Los panameños , que controlarían Data y Montilsa , no cobraron el dinero. Fue para comprar fincas de Conde y Romaní y otros asuntos domésticos.

Oyendo a Arturo Romaní ayer, tras Mario Conde, el mundo de los negocios parece una batalla de gánsteres.

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