Editorial:

Eficacia policial

EN POCO más de 48 horas, la Guardia Civil y el Cuerpo Nacional de Policía han desarticulado dos comandos de ETA, el conocido como comando Araba y el comando Andalucía, este último supuesto responsable de los asesinatos del concejal del PP en el Ayuntamiento de Sevilla Alberto Jimenez Becerril y de su esposa, Ascensión García Ortiz. La atribución insistente a la Guardia Civil del éxito policial que supuso la detención de los 13 miembros y presuntos colaboradores del comando Araba que hizo el ministro del Interior ha provocado de nuevo un tenso enfrentamiento entre el...

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EN POCO más de 48 horas, la Guardia Civil y el Cuerpo Nacional de Policía han desarticulado dos comandos de ETA, el conocido como comando Araba y el comando Andalucía, este último supuesto responsable de los asesinatos del concejal del PP en el Ayuntamiento de Sevilla Alberto Jimenez Becerril y de su esposa, Ascensión García Ortiz. La atribución insistente a la Guardia Civil del éxito policial que supuso la detención de los 13 miembros y presuntos colaboradores del comando Araba que hizo el ministro del Interior ha provocado de nuevo un tenso enfrentamiento entre el PNV y el Gobierno de Aznar a cuenta de las competencias, límites y colaboración de los cuerpos y fuerzas de seguridad que quizá la operación de Sevilla contribuya a disipar.La desarticulación de ambos comandos es un gran éxito policial y un golpe importante para ETA. Pero en este caso la importancia también se proyecta hacia las relaciones entre las fuerzas democráticas que se esfuerzan en combatir a la banda terrorista. Porque, frente a algunas interpretaciones que tienden a minimizar los efectos de la eficacia policial, las operaciones en Vitoria y Sevilla demuestran que es indispensable que las fuerzas de seguridad del Estado, sean el Cuerpo Nacional de Policía, la Ertzaintza o la Guardia Civil, sigan cumpliendo con su tarea, que es detener a los delincuentes. Que el conflicto del País Vasco sea también político no implica que las soluciones policiales estén agotadas ni que deban ser relegadas a un segundo término. Como explicó ayer el secretario general del PSOE, Joaquín Almunia, "la mejor forma de acabar con el terrorismo es deteniendo a los terroristas".

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La presencia de dos franceses entre los detenidos en Sevilla puede interpretarse también como un síntoma de descomposición. Demuestra que la banda armada ya no está en disposición de cuidar sus ostentosos y vacíos signos de identificación vasca y que se está convirtiendo en polo de atracción de fanáticos de cualquier fundamentalismo o de simples mafiosos y asesinos.

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