Las señoras del fútbol

Algunos equipos de la región han incorporado entrenadoras,masajistas, delegadas y presidentas

Lejos han quedado los tiempos en los que el fútbol era cosa de hombres. Además del creciente número de jugadoras en equipos femeninos, otras mujeres se han introducido en todas las capas del fútbol masculino. Lo mismo se puede ver en un campo de juego a una entrenadora, una masajista, una delegada de equipo, una árbitro, una presidenta y hasta una propietaria de campos.Yuriko Saeki es entrenadora. Esta japonesa de 24 años vive desde hace seis en la capital de España. Llegó cuando a su padre le destinaron a Madrid, aunque, cuando él regresó, ella decidió quedarse. Entrena al equipo juvenil ...

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Lejos han quedado los tiempos en los que el fútbol era cosa de hombres. Además del creciente número de jugadoras en equipos femeninos, otras mujeres se han introducido en todas las capas del fútbol masculino. Lo mismo se puede ver en un campo de juego a una entrenadora, una masajista, una delegada de equipo, una árbitro, una presidenta y hasta una propietaria de campos.Yuriko Saeki es entrenadora. Esta japonesa de 24 años vive desde hace seis en la capital de España. Llegó cuando a su padre le destinaron a Madrid, aunque, cuando él regresó, ella decidió quedarse. Entrena al equipo juvenil masculino del Santa Ana desde septiembre y sus resultados no son malos. Su afición por el balompié le viene de su país: "Allí yo era un bicho raro". Cuando llegó a España lo primero que hizo fue informarse de si podía jugar en algún equipo de fútbol femenino y lo hizo en La Nueva Elipa. Pero su rumbo cambió poco después. "Me enteré de que había cursos para entrenadores, en los que no se ponían trabas por el sexo, y me decanté por iniciar un camino que me atraía mucho", apunta Saeki. Dos años después tenía el título territorial de entrenadora y comenzó a trabajar con equipos de niños en el Saconia y en Los Yébenes. Esta temporada ha dado un salto en su carrera y entrena un equipo juvenil con chicos que están más cerca de ser hombres que niños. "No tengo ningún problema con mis jugadores, pero creo que es más por mi juventud que por ser mujer". Su ilusión es progresar como entrenadora: "Quiero sacarme el título de entrenadora nacional y dirigir algún club de mi país, donde el fútbol femenino está mejor pagado".

Mercedes Gutiérrez, Merche, tiene la misma ilusión que Saeki, pero 18 años más. No puede desengancharse del fútbol. Tras 12 años en el arbitraje, ahora busca una salida como entrenadora. Realiza el curso territorial y hace las prácticas como técnico en el equipo femenino del Getafe Margaritas: "Mi etapa como árbitro tiene un final cercano y lo de ser entrenadora es algo que me atrae", apunta Merche, quien añade:. "Es otra experiencia. Siempre había oído lo del gusanillo del banquillo y lo estoy experimentando". Fue su hermano quien la introdujo en el fútbol como aficionada y lo ha convertido en la mejor forma de ocupar su tiempo libre. Su faceta de árbitro la conserva desde hace 12 años y lleva cinco en el fútbol masculino senior de Getafe. "Creo que por ser mujer no me he llevado ningún bofetón; los jugadores me quieren porque dialogo mucho con ellos", asegura.

Otros dos estratos futbolísticos masculinos cubiertos ahora por mujeres son el de masajista y el de delegada. Juana Aguavo, de 37 años, realiza ambas funciones en el Deportivo Valdemoro, en el equipo alevín. "Empecé a bajar al campo de fútbol con mi hijo, que jugaba en los benjamines, y como tengo el título de socorrista me propusieron como masajista del equipo", comenta. Han pasado tres años desde su improvisado nombramiento y ahora también ejerce como delegada. Considera que su condición de mujer le permite un mayor acercamiento a los niños: "Soy una madre para los jugadores. Cuando tienen problemas o están deprimidos recurren a mí en vez de al entrenador". La masajista delegada recuerda el caso de un niño hace un año: "Tenía problemas personales que se mezclaron con su actividad futbolística y su madre me pidió que le ayudara. Ahora disfruta en el equipo como todos".

También los hijos empujaron hacia el fútbol masculino a la presidenta del Gigantes, un equipo del barrio de Arganzuela. Inmaculada Sánchez, de 49 años, comenzó en el deporte hace 13, en la Asociación de Padres de Alumnos del colegio Joaquín Costa: "Me eligieron como coordinadora de deportes porque iba a ver jugar a mis hijos todos los sábados". Pasaron tres años y, después de unos problemas internos con el colegio, los equipos que gestionaba Sánchez se independizaron e iniciaron su trayectoria en ligas municipales. Ahora ya son siete equipos, de alevines y juveniles, que juegan en competición federada. A pesar de dirigir un club de fútbol, el deporte en sí no le gusta: "No me trago un partido de fútbol por televisión, aunque lleve 13 años en esto. -A mí lo que me gusta es ver y animar a los chavales. Allí lo vivo y lo sufro". Sus compañeros de trabajo en el hospital Puerta de Hierro dicen que está " pirada" y que tiene "mucho valor", pero Inmaculada considera que tiene un carácter muy abierto que hace que no se acobarde con nada. Después de tanto tiempo nota cansancio, pero su ilusión continúa intacta: "Aunque he llegado a proponer mi marcha no me dejan. De todas formas, no soy presidenta por el fútbol, sino por los chicos. Hacemos una labor social creamos un ambiente sano y les mantenemos apartados de otras cosas".

En el escalafón del fútbol madrileño existe hasta una propietaria de campos de fútbol. Es María Barrigüete, a la que se conoce como Maruja. Tiene 70 años y es la dueña de dos terrenos de juego de Carabanchel Alto que llevan el nombre de su marido, Isidro Morales. Quedó viuda en 1974 y, desde entonces, se encarga de contratar el alquiler de los partidos, de llevar los horarios, gestionar los pagos del agua y de la luz, así como otros gastos de mantenimiento (un guardés para el fin de semana, la cal y las redes de la portería). Está a la espera de que una empresa constructora entre en sus campos y levante viviendas: "Llevan cuatro años diciéndome que puede ser la última temporada, pero todavía juegan el Piqueñas, que fundó mi marido hace 35 años, y La Mutual como locales en mis campos".

Maruja está cansada, pero dice que aguantará hasta el final. Su último deseo es que se hagan campos de fútbol cuando se haya urbanizado y que conserve el nombre de Isidro Morales: "Parece que es definitivo y van a iniciar la construcción a final de este año. Puede ser la última temporada de estos campos".

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