Editorial:

Otra forma de crecer

LA DECISIÓN del Banco Santander de presentar una oferta pública de compra sobre la totalidad del capital del Banco Español de Crédito (Banesto) -entidad de la que ya posee el 48,1% de las acciones- ha sido interpretada casi unánimemente como un anticipo de la etapa de fusiones bancarias que, en opinión de la mayoría de los analistas del mercado, debe acometer el sistema financiero español ante la próxima ampliación de su mercado cuando se forme la Unión Monetaria. La oferta pública de compra de acciones excluye, según los términos anunciados por el Santander, la posibilidad de una fusión, pero...

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LA DECISIÓN del Banco Santander de presentar una oferta pública de compra sobre la totalidad del capital del Banco Español de Crédito (Banesto) -entidad de la que ya posee el 48,1% de las acciones- ha sido interpretada casi unánimemente como un anticipo de la etapa de fusiones bancarias que, en opinión de la mayoría de los analistas del mercado, debe acometer el sistema financiero español ante la próxima ampliación de su mercado cuando se forme la Unión Monetaria. La oferta pública de compra de acciones excluye, según los términos anunciados por el Santander, la posibilidad de una fusión, pero, a pesar de ello, la operación puesta en marcha ayer por el banco de Emilio Botín busca posiblemente. un reforzamiento de su posición en el mercado por la vía de la incorporación a las cuentas del grupo bancario del Santander de todos los activos de Banesto.La decisión de comprar ahora la totalidad de Banesto tiene, en muchos sentidos, la virtud de la oportunidad. Despeja la incertidumbre que pudiera caber en la relación del Santander con Banesto, porque este año concluye el periodo durante el cual el Santander no podía desprenderse de su paquete de control en Banesto. Este periodo fue impuesto por el Banco de España en 1994, cuando el Fondo de Garantía de Depósitos adjudicó Banesto -intervenido el año anterior a Mario Conde y su Consejo- al grupo del Santander. Esta clarificación protege el capital de Banesto de otras hipotéticas ofertas y, en principio, sitúa al banco de Emilio Botín en mejor situación de tamaño y competitividad; porque de la integración del 100% de Banesto -que no es una fusión, pero se le parece mucho- cabe esperar una mejora de la rentabilidad del grupo, debido a la disminución de accionistas minoritarios y al ahorro derivado de las sinergías entre ambas entidades, como, por ejemplo, la integración de sistemas informáticos. No son razones baladíes; pueden evaluarse en decenas de millones de pesetas. La OPA coincide además con la próxima integración de la economía española en la Unión Monetaria, y el debate se ha disparado automáticamente.

Más información

Que el Banco Santander se refuerce de momento por una vía distinta de la fusión con Banesto no significa que en el futuro no pueda recurrir a ella si así lo considera conveniente. De hecho, si la oferta de compra de acciones tiene éxito, tendría las manos libres para recurrir a esta opción si la dirección del banco cambiara de estrategia. El debate sobre el tamaño de las instituciones financieras españolas está abierto, pero es muy difícil de sustanciar de forma tajante en estos momentos; quizá la configuración definitiva de la moneda común y de un espacio financiero europeo a partir de 1999 aclare las expectativas. Es verdad que los bancos y las cajas españolas carecen de dimensión frente a los que serán sus competidores en el mercado europeo; pero también es cierto que las fusiones entre bancos españoles -la del Banco Central y el Hispano, la del Banco Bilbao y el Banco de Vizcaya- han dejado tal poso de dificultades de integración y recursos gastados en costosas operaciones que existen lógicas resistencias a iniciar nuevos procesos. Sobre todo si la entidad resultante no escala demasiados puestos en el orden bancario europeo.

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