Cartas al director

Sobre Cuba

Cada día estoy más convencido de que no existe el bien ni el mal absolutos: tenemos que relativizar, que gradualizar todo. Tengo para mí que el nivel de hipocresía es cada día más elevado en este mundo nuestro. Soy muy mayor, pero mi memoria logra alcanzar los tiempos en los que, por ejemplo, en algunos colegios religiosos, los gratuitos entraban y salían por una puerta distinta a los de pago y ambos colectivos salían el recreo a horas diferentes. Vivo en el Occidente privilegiado económicamente; no me gustaría vivir en Cuba por la falta de libertades y por la mucha penuria que padecen. La...

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Cada día estoy más convencido de que no existe el bien ni el mal absolutos: tenemos que relativizar, que gradualizar todo. Tengo para mí que el nivel de hipocresía es cada día más elevado en este mundo nuestro. Soy muy mayor, pero mi memoria logra alcanzar los tiempos en los que, por ejemplo, en algunos colegios religiosos, los gratuitos entraban y salían por una puerta distinta a los de pago y ambos colectivos salían el recreo a horas diferentes. Vivo en el Occidente privilegiado económicamente; no me gustaría vivir en Cuba por la falta de libertades y por la mucha penuria que padecen. La otra noche oí en una tertulia radiofónica que, en Cuba, a los siete años les quitaban a los niños la ración de leche que el Estado les otorgaba; entonces, por un momento, pensé que quizá prefiriese que mis pequeños nietos viviesen en Cuba con su racioncita de leche y su escolarización gratuita, antes que en México -Chiapas-, Brasil -sus favelas-, Colombia, Perú, etcétera, democracias todas ellas y no merecedoras, por ende, del bloqueo que Cuba sufre.-

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