Cartas al director

Peculiar diversión

Domingo por la mañana. Me dispongo, junto con mi hijo de 17 años, a coger el coche, aparcado en la calle de Santa Engracia, barrio de Chamberí, para ir a jugar al fútbol con un grupo de amigos de diferentes edades.A la salida del portal encuentro restos de lo que la noche anterior se supone que ha sido alegría y diversión. Cristales rotos, vasos medio vacíos encima de los coches, papeles, bolsas, suciedad.

En medio de la calzada hay múltiples cristales, resto del accidente típico de noche de sábado. Dos papeleras tiradas en el suelo con todos los papeles fuera y otra que no ha tenido ta...

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Domingo por la mañana. Me dispongo, junto con mi hijo de 17 años, a coger el coche, aparcado en la calle de Santa Engracia, barrio de Chamberí, para ir a jugar al fútbol con un grupo de amigos de diferentes edades.A la salida del portal encuentro restos de lo que la noche anterior se supone que ha sido alegría y diversión. Cristales rotos, vasos medio vacíos encima de los coches, papeles, bolsas, suciedad.

En medio de la calzada hay múltiples cristales, resto del accidente típico de noche de sábado. Dos papeleras tiradas en el suelo con todos los papeles fuera y otra que no ha tenido tanta suerte al estar quemada.

En mi coche. también quedan restos de la diversión nocturna, un par de escupitajos sobre el cristal, una raja en el mismo a consecuencia, me imagino, de algún habilidoso que lo ha golpeado demostrando lo divertido que es eso. El retrovisor destrozado, literalmente, restos del espejo por un lado, trozos por el otro.

Esta forma de divertirse la padecemos todos y cada uno de los fines de semana del año, sin que haya tregua en puentes o vacaciones.Le comento a mi hijo que si él no sabe divertirse así; me mira con una cara como de decir "tú estás un poquito perjudicado, ¿no?". En fin, me imagino que es un aburrido.De todas formas, a todos aquellos que entienden la diversión con este tipo de actos les quiero decir dos cosas con cariño. La primera es que cómo se puede ser tan sumamente desequilibrado y, en segundo lugar, que, si yo tuviese un hijo así, les garantizo que me iría al rincón más oscuro de mi casa y lloraría amargamente.- .

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