Tres de los iraquíes asesinados en la capital jordana trabajaban para los servicios secretos de Sadam Husein

Tres de los ciudadanos iraquíes asesinados a cuchilladas el domingo en Amán trabajaban para los servicios secretos de su país y se encontraban implicados en operaciones comerciales fraudulentas, aseguraron ayer en Jordania miembros de la oposición democrática al Gobierno de Sadam Husein, quienes responsabilizaron de la matanza a agentes enviados desde Bagdad.

El diplomático Hikmat al Hajou, de 45 años de edad, número dos de la Embajada de Irak en Ammán, que murió acuchillado junto con su esposa, era en realidad y al margen de su misión pública el máximo responsable de los servicios ...

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Tres de los ciudadanos iraquíes asesinados a cuchilladas el domingo en Amán trabajaban para los servicios secretos de su país y se encontraban implicados en operaciones comerciales fraudulentas, aseguraron ayer en Jordania miembros de la oposición democrática al Gobierno de Sadam Husein, quienes responsabilizaron de la matanza a agentes enviados desde Bagdad.

El diplomático Hikmat al Hajou, de 45 años de edad, número dos de la Embajada de Irak en Ammán, que murió acuchillado junto con su esposa, era en realidad y al margen de su misión pública el máximo responsable de los servicios secretos de su país en Jordania. Según la oposición iraquí, por las manos de este diplomático pasaban a diario numerosos empresarios y hombres de negocios de la región que pactaban con él y hacían llegar hasta Irak productos de contrabando, burlando el bloqueo internacional impuesto tras la guerra del Golfo.

En la misma matanza fallecieron, además, otros dos importantes responsables de los servicios secretos y a su vez acaudalados comerciantes estrechamente vinculados a ciertos sectores de la oligarquía jordana; el millonario Nazmi Ouji, y el también potentado Sami Thomas George, el propietario de la casa donde sucedieron los hechos.

Todas las informaciones recogidas ayer en Ammán coinciden en señalar que el blanco principal de la operación era este último comerciante, Sami Thomas George, de 62 años de edad, quien además en los últimos años se había convertido en un hombre de confianza de Sadam Husein y de su hijo Uday, por cuyo encargo habría efectuado importantes operaciones comerciales.

Paralelamente, el envite de Sadam Husein a la comunidad internacional sigue su curso. El régimen de Bagdad mantiene su negativa a permitir el libre acceso de los inspectores de la ONU hasta que no se levante el embargo internacional. Es el mismo guión de la crisis de final de año. La puesta en escena tampoco ha variado en exceso: agresividad en los medios de comunicación oficiales y manifestaciones callejeras. A la de ayer en la capital acudieron unas 5.000 personas, según Reuters.

Esta demostración estaba destinada a dar la bienvenida a Richard Butler, responsable de la Comisión Especial de las Naciones Unidas para el Desarme en Irak (UNSCON), quien pocas horas antes había regresado a Bagdad con un mandato inequívoco del Consejo de Seguridad de la ONU. "El mensaje es muy claro", dijo Butler: "Inspeccionar todos los lugares susceptibles de almacenar armas". No hay negociación posible en este asunto.

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Por otra parte, el partido gubernamental iraquí Baas, ultima los detalles de una gigantesca campaña de movilización que se iniciará el 1 de febrero, una vez finalizado el Ramadán, y que tiene como objetivo dar entrenamiento militar a un millón de civiles para prepararse ante un eventual enfrentamiento con EE UU.

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