Tribuna:

Difícil año

En principio, no debería haber lugar para el pesimismo en la izquierda. El Partido Popular se ha revelado como un correcto gestor de la economía, a favor de una coyuntura alcista, pero en otros planos su actuación no sólo es resueltamente de derecha, sino además, por encima de todo, torpe. En la situación ya difícil de la Justicia, el reciente episodio de la valoración de los milicos muestra que nombramientos clave han recaído en hombres cuyas ideas se encuentran bajo mínimos en cuanto a sensibilidad democrática. El propósito de controlar los medios de comunicación ha sido demasiado evidente, ...

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En principio, no debería haber lugar para el pesimismo en la izquierda. El Partido Popular se ha revelado como un correcto gestor de la economía, a favor de una coyuntura alcista, pero en otros planos su actuación no sólo es resueltamente de derecha, sino además, por encima de todo, torpe. En la situación ya difícil de la Justicia, el reciente episodio de la valoración de los milicos muestra que nombramientos clave han recaído en hombres cuyas ideas se encuentran bajo mínimos en cuanto a sensibilidad democrática. El propósito de controlar los medios de comunicación ha sido demasiado evidente, y más cuando trata de explicar su inexistencia Miguel Angel Rodríguez. Y por todas partes afloran comportamientos que responden a la visible confianza en sí mismos de quienes vienen ejerciendo el poder desde siempre en este país y que ahora, tras el paréntesis socialista, vuelven a disfrutarlo con total desparpajo, como si los demás no existieran. Tal y como se organizan las mesas de debate en TVE o los ciclos de conferencias oficiales y otros festejos sobre la Restauración, que para algo es Cánovas. el patrón elegido de la presente acción de Gobierno.Todo es poco atractivo, por decirlo suavemente, desde los ademanes y la prosa de Aznar al barullo que preside las relaciones de alianza y/o amistad con los diversos nacionalismos periféricos. Pero los residentes en Madrid sabemos por propia experiencia que no basta un Alvarez del Manzano para conseguir que el voto se aparte de la derecha. Hace falta que el centro-izquierda vaya más allá de la crítica de los aspectos puntuales y deje de confiar en que el voto les terminará cayendo por ley de gravedad. Además, el PSOE, después de haber sido presidido durante demasiado tiempo por un maestro de la comunicación, parece incluso buscar candidatos que responden al retrato-robot de perdedores. Sucedió ya en Galicia, con Abel Caballero, y es de temer que ocurra de. nuevo en Euskadi y en Cataluña. Y falta sobre todo la sensación de que algo está cambiando en el partido tras la derrota. El ejemplo del Partido Socialista francés es claro: la izquierda sólo se recupera electoralmente si renace la ilusión de que es posible introducir cambios sensibles respecto de la gesatión conservadora. Y con hombres técnica y moralmente fiables.

Hay que tener en cuenta además que IU-PCE se ha encastillado definitivamente bajo el imperio de Anguita, con la consecuencia de que una mayoría sociológica de izquierda en una comunidad, provincia o ciudad resulta ya compatible con un Gobierno monocolor del Partido Popular. Anguita seguirá repitiendo que los suyos sufren un acoso terrible de los medios, son una fortaleza sitiada, pero se olvida de todos los socorros que bajo cuerda le llegan desde la orilla maldita, por orden de su señor natural. El tratamiento dado por TVE a la V Asamblea, y el que le otorga la prensa gubernamental, son la prueba de que sin ser cómplices se puede ser colaboradores. La ventaja del absolutismo de los principios es que resulta compatible con un máximo pragmatismo en la conducta, al ignorarse deliberadamente toda perspectiva de conjunto. Lo ilustra el doble rasero con que IU aborda la cuestión del terrorismo vasco: fieles demócratas aquí y allí solidarios con HB. El balance final nunca cuenta.

La izquierda pierde así un sumando imprescindible y es muy difícil que los damnificados por la purga estaliniana de Anguita el pasado año puedan contrarrestar esa ausencia. La Nueva Izquierda despegó con claridad al constituirse como partido dentro de IU, pero una vez excluida, su único mensaje audible sigue siendo la unidad de la izquierda, y sobre el mismo recae toda la ola de cieno volcada desde la dirección de IU, por todos los cauces, presentándoles como simples instrumentos del PSOE. Y el elenco de protagonistas de la Fundación Alternativas, Felipe González incluido, ha reforzado aún más tal imagen negativa. Así las cosas, es muy difícil que el PDNI adquiera una implantación consistente, más allá de determinado,; lugares. Quizá valdría la pena asumir el riesgo de una refundación de la izquierda democrática, en conjunción con Iniciativa per Catalunya. Tras los golpes recibidos en las dos últimas décadas, el relanzamiento de esa corriente política requiere -y volvamos de nuevo la vista al ejemplo Jospin, con su socio Hue- buenas dosis de rigor y de ilusión.

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