GENTE

RETRETE HIGIÉNICO

Jacques Robaye, un solador francés de Dunkerque, de 57 años, pasará a la historia, junto al barón de Bidet -tan caro al grupo catalán La Trinca-, por inventar unos retretes tan obligatoriamente higiénicos que uno no puede salir de ellos sin haberse lavado las manos. Los retretes de marras, llamados en inglés ten plus, permanecen con la puerta atascada a cal y canto mientras que el agua del lavabo no corra al menos 10 segundos, y para los listos que piensen que eso se arregla abriendo el grifo sin más, sin mojarse las manos, el inventor sale al paso para impedirlo uniendo al grifo un...

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Jacques Robaye, un solador francés de Dunkerque, de 57 años, pasará a la historia, junto al barón de Bidet -tan caro al grupo catalán La Trinca-, por inventar unos retretes tan obligatoriamente higiénicos que uno no puede salir de ellos sin haberse lavado las manos. Los retretes de marras, llamados en inglés ten plus, permanecen con la puerta atascada a cal y canto mientras que el agua del lavabo no corra al menos 10 segundos, y para los listos que piensen que eso se arregla abriendo el grifo sin más, sin mojarse las manos, el inventor sale al paso para impedirlo uniendo al grifo una célula fotoeléctrica conectada con la cerradura de la puerta, ésta también eléctrica. Robaye reflexionó sobre su invento a raíz de una experiencia que le brindó la vida misma hace un mes, cuando vio por televisión un reportaje que denotaba orinas diferentes en un recipiente de cacahuetes de un bar parisiense. Con la mirada puesta "en la industria agroalimentaria y en la restauración, donde la higiene es un imperativo", nuestro hombre le dio al magín sin descanso hasta obtener tan limpísimo resultado. Los encargos del retrete del que o sales como los chorros del oro o no sales superan el centenar, pese a que el coste del ten plus, instalado y todo, puede llegar al millón de pesetas.

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