Cartas al director

Tengo un amigo

Tengo un amigo que trabaja en la construcción. Dedica a ello 10 horas diarias, dos de las cuales son horas extras que le pagan con dinero negro, y obligatorias, porque si se niega no le renuevan el contrato. A la salida hace un cursillo de aprendizaje de cantería, sin cobrar nada, porque a su empresario le conviene tener peones que sepan trabajar la piedra. Sale de casa a las siete de la mañana y vuelve después de las diez de la noche.Evidentemente, mi amigo tiene derechos democráticos que no puede utilizar: si se niega a hacer horas extras, si protesta por cobrar dinero negro o si hace huelga...

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Tengo un amigo que trabaja en la construcción. Dedica a ello 10 horas diarias, dos de las cuales son horas extras que le pagan con dinero negro, y obligatorias, porque si se niega no le renuevan el contrato. A la salida hace un cursillo de aprendizaje de cantería, sin cobrar nada, porque a su empresario le conviene tener peones que sepan trabajar la piedra. Sale de casa a las siete de la mañana y vuelve después de las diez de la noche.Evidentemente, mi amigo tiene derechos democráticos que no puede utilizar: si se niega a hacer horas extras, si protesta por cobrar dinero negro o si hace huelga, sabe con toda seguridad que no le renovarán el contrato. A veces, trabaja los sábados, no tiene vacaciones y, aunque lleva varios años trabajando, ningún empresario le ha hecho fijo.

Y, como pregunta Forges en una de sus últimas viñetas, ¿cuántos puestos de trabajo fijos han creado las empresas que se están forrando en Bolsa?-

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