Sastres para libros y toreros

La Cámara de Comercio se ha fijado este año, entre otras cosas, en un zurcidor de añejas páginas, una sastrería para la gloria de la tarde en el albero, un disecador de osos panda o los replicadores de la estatua de la Cibeles. Son ocupaciones sin duda minoritarias, pero su ejercicio esconde emociones difíciles de encontrar en la oficina de algún edificio moderno, entre cables de fibra óptica o discos duros.Bien puede atestiguarlo Angel Camacho, un hombre que lleva 23 años vistiendo libros con todo tipo de encuadernaciones, "mudéjares, platerescas o, sencillamente, caprichosas". Y que p...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

La Cámara de Comercio se ha fijado este año, entre otras cosas, en un zurcidor de añejas páginas, una sastrería para la gloria de la tarde en el albero, un disecador de osos panda o los replicadores de la estatua de la Cibeles. Son ocupaciones sin duda minoritarias, pero su ejercicio esconde emociones difíciles de encontrar en la oficina de algún edificio moderno, entre cables de fibra óptica o discos duros.Bien puede atestiguarlo Angel Camacho, un hombre que lleva 23 años vistiendo libros con todo tipo de encuadernaciones, "mudéjares, platerescas o, sencillamente, caprichosas". Y que pasa por ser uno de los contados restauradores de documentos que quedan en el país. "Por mis manos han pasado incunables o árboles genealógicos del siglo XVII. Rozarlos con los dedos constituye una experiencia emocionante, y verlos renacer, una alegría indiscutible", relata desde su rinconcito en la calle de San Vicente Ferrer.

El espacio es más holgado en el caso de Codina Hermanos, la clásica fundidora en bronce de la calle de Albarracín. En el 1992 de los grandes fastos, ellos también celebraron, modestamente, su propia efeméride: un siglo entero de trabajo entre aleaciones de cobre, fósforo, cinc, aluminio, níquel y, en general, cualquier elemento de la tabla periódica susceptible de ser fundido. De sus talleres han salido piezas junto a las que cualquier madrileño habrá compartido alguna mañana dominical, como la estatua de Cascorro, la erguida figura ecuestre de Carlos III en la Puerta del Sol o el monumento a Alfonso XIII en el Parque del Retiro. Y otras más lejanas, caso de la estatua ecuestre del Cid en Burgos o de la réplica de la Cibeles que se yergue en la ciudad de México.

Joselito o Jesulín de Ubrique han sentido -y lucido- en carnes el arte del Taller de la Maestra Nati, donde, desde 1939, se trabaja con precisión rigurosa el oro y el raso con el que los toreros se pasean por el albero. Y de animales de parecida envergadura a los toros saben mucho los hermanos Antonio y Ángel Carazo, taxidermistas (disecadores) de antílopes, leones, leopardos, cabezas de elefante u osos panda, encargo que en 1984 recibieron del zoológico de la Casa de Campo para Shao-Shao.

Archivado En