Hong Kong vive sin fervor patriótico su primera fiesta nacional china bajo la soberanía de Pekín

El pasado 1 de julio, cuando Hong Kong volvió a la soberanía de China, la población, que nunca fue consultada sobre su destino, vivió el acontecimiento con indiferencia. Ayer, la fiesta nacional que conmemora la fundación de la República Popular China en 1949 por Mao Zedong fue vivida por primera vez en Hong Kong sin suscitar apenas el fervor patriótico que esperaba el nuevo Gobierno designado por Pekín, a pesar de los 150 actos oficiales y festejos montados para la ocasión y del despliegue masivo de banderas chinas en los edificios públicos.

Según un sondeo realizado por la Universidad...

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El pasado 1 de julio, cuando Hong Kong volvió a la soberanía de China, la población, que nunca fue consultada sobre su destino, vivió el acontecimiento con indiferencia. Ayer, la fiesta nacional que conmemora la fundación de la República Popular China en 1949 por Mao Zedong fue vivida por primera vez en Hong Kong sin suscitar apenas el fervor patriótico que esperaba el nuevo Gobierno designado por Pekín, a pesar de los 150 actos oficiales y festejos montados para la ocasión y del despliegue masivo de banderas chinas en los edificios públicos.

Según un sondeo realizado por la Universidad de Hong Kong, la víspera de la fiesta nacional china, el 60% de las personas interrogadas no se muestran especialmente orgullosas de ser chinas.La antigua colonia británica no se ha puesto aún a la moda de Pekín: el regreso de Hong Kong a la madre patria no ha traído cambios visibles en el territorio. Cambios que habría que esperar de las nuevas leyes como las de libertad de expresión -aprobadas la noche del 30 de junio al 1 de julio- y que imponen la petición de autorización para las manifestaciones y la obligación de cualquier partido o asociación de inscribirse en el registro de la policía.

En estos tres meses se han realizado 150 manifestaciones en Hong Kong sin choques con la policía, ni limitaciones de ningún tipo. El inquieto Leung Kwok-lung, del grupo cinco de abril pudo pedir la liberación de los disidentes y manifestarse en varias ocasiones al grito "¡Abajo Li Peng!" (primer ministro chino) sin que nadie se lo impidiese.

Bien es verdad que los textos escolares de historia han sido corregidos: han sido suprimidas parte de la historia de Taiwan, del Tíbet, de los movimientos democráticos en China entre 1979 y 1989 o de la hambruna que desde 1958 a 1961 segó la vida de entre 30 y 60 millones de chinos. Además, conforme a una decisión adoptada antes del retorno a la soberanía china, el inglés dejará de ser la lengua principal en la enseñanza a partir del curso de 1998.

Los dirigentes de la nueva administración en la llamada Región Administrativa Especial actúan con gran discreción. El Ejército Popular de Liberación chino es casi invisible en Hong Kong. Incluso el nuevo Ejecutivo de la ex colonia que encabeza Tung Chee-hwa, que al principio tenía previsto legislar en solitario, ha terminado por acomodarse a la existencia de un parlamento provisional, más, inclinado a discutir los proyectos de ley de lo que se creía.

El único cambio notable en las instituciones hasta ahora es la nueva ley electoral que regirá las elecciones parlamentarias previstas para el 24 de mayo del próximo año y cuyo objetivo es reducir la influencia del Partido Demócrata y fortalecer a los múltiples partidos fieles a Pekín. El sistema uninominal a una vuelta, de tendencia mayoritaria, ha sido sustituido por uno proporcional para 20 de los 60 escaños parlamentarios. Otros 30 serán provistos por los colegios socioprofesionales donde los comités de barrio de Hong Kong, nucleados en torno al Partido Comunista, tienen fuerte implantación. Los 10 escaños restantes serán nombrados por un colegio de 800 notables designados por Pekín. La nueva cámara tendrá así una mayoritaria presencia de las fuerzas pro-chinas.

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Si la vida política está resultando menos agitada de lo previsto, la salud de los negocios ha sufrido un brusco frenazo. El turismo que genera una parte importante de los ingresos de Hong Kong, ha caído de lleno tras el espectacular auge de las fiestas del cambio de soberanía. Los hoteles, con precios excesivos, se vaciaron tras los fastos y ahora sólo están ocupados el 58%, frente al 85% del año anterior. Y los comercios, repletos antes de turistas, especialmente japoneses, están ahora semi vacíos.

Si los órganos de propaganda repiten hasta la saciedad que "con el retorno de Hong Kong a la soberanía china las perspectivas del territorio son florecientes", cada vez son más las voces que se levantan inquietas para señalar que los precios son disuasorios para la competitividad de la ex colonia. Para un banquero del territorio, el estancamiento provocado por los altos precios puede marcar un punto de inflexión duradero. La explosión que viven las exportaciones chinas desde hace 18 meses, por ejemplo, apenas ha beneficiado al territorio, que es el primer puerto de contenedores del mundo, porque resulta demasiado caro.

Por el momento ningún economista osa rebajar las expectativas de crecimiento, pero el ambiente en el mundo de los negocios está muy lejos de la euforia de las semanas anteriores del retomo de Hong Kong a China.

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