Tribuna:

El beso en la nuca

Los alarmados ante el peligroso Poder alcanzable por Polanco se dividían en dos: los que veían en Polanco a un interesado testaferro ideológico del PSOE y los contrarios a todo monopolio mediático o sucedáneo. Es decir, en tiempos del peligro Polanco los únicos partidarios incondicionales de la expansión de PRISA eran los incondicionales partidarios de la expansión de PRISA. La tortilla ha dado la vuelta movida por el poder casi incontestable de Telefónica, poder heredado de sus inmediatos tiempos de monopolio estatal y ahora puesto al servicio del principio de la empresa libre e...

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Los alarmados ante el peligroso Poder alcanzable por Polanco se dividían en dos: los que veían en Polanco a un interesado testaferro ideológico del PSOE y los contrarios a todo monopolio mediático o sucedáneo. Es decir, en tiempos del peligro Polanco los únicos partidarios incondicionales de la expansión de PRISA eran los incondicionales partidarios de la expansión de PRISA. La tortilla ha dado la vuelta movida por el poder casi incontestable de Telefónica, poder heredado de sus inmediatos tiempos de monopolio estatal y ahora puesto al servicio del principio de la empresa libre en el mercado libre, pero sin que sea mínimamente ocultable el alineamiento del poder de Telefónica con un frente de derechas mediáticas, salvo socios casi irrelevantes, que no son de derechas ni de izquierdas, sino todo lo contrario.La jugada de Telefónica me parece lógica y correcta según las reglas de la lucha por la hegemonía empresarial y política en tiempos en que hasta las veleidades éticas son mercancías. Lo que me parece estrambótico es que desde posiciones convencionales, patrimonialmente de izquierdas, se aplauda o se silencie la operación según el primario principio de que cualquier cosa que perjudique o parezca perjudicar a PRISA, y sobre todo al tándem Polanco-Cebrián, es positiva para la marcha ascendente de la Historia con mayúscula. Acabe esta historia ton minúscula en un monopolio implícitamente pactado o en un monopolio explícitamente envainado, las izquierdas deberían recelar ante el instrumental que ese monopolio factual pondrá al servicio del pensamiento único, y después del día D y la hora H de haber alcanzado los últimos objetivos estructurales, las izquierdas recibirán una vez más un frío, húmedo beso en la nuca.

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