Tribuna:

Amigotes

Los amigos son fundamentales para vivir; los amigotes, para ir sobreviviendo cada día con cánticos, risas, pasotes razonables, homenajes ocultos, desparrames caballerosos, escapadas clandestinas y el ejercicio sosegado de algunos vicios necesarios.Los amigotes son buenos en cualquier época del año, pero tienen su apogeo en el verano, justo cuando se ausentan jefes, moralistas, torquemadas y cotillas. Los más sublimes juerguistas de Madrid suelen quedarse aquí en el mes de agosto sin importarles la calor ni algunas ausencias indebidas.

El caso es dar con ellos. El amigote es un tesoro qu...

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Los amigos son fundamentales para vivir; los amigotes, para ir sobreviviendo cada día con cánticos, risas, pasotes razonables, homenajes ocultos, desparrames caballerosos, escapadas clandestinas y el ejercicio sosegado de algunos vicios necesarios.Los amigotes son buenos en cualquier época del año, pero tienen su apogeo en el verano, justo cuando se ausentan jefes, moralistas, torquemadas y cotillas. Los más sublimes juerguistas de Madrid suelen quedarse aquí en el mes de agosto sin importarles la calor ni algunas ausencias indebidas.

El caso es dar con ellos. El amigote es un tesoro que suele tener querencia por la discreción y las buenas maneras. Cualquier ciudadano con pinta de mosquita muerta puede albergar en su alma todas las condiciones de un golfante redomado. Pero un golfo discreto jamás deposita su sabiduría en la oreja de cualquier pelagatos, abomina de los bocazas y los bronqueros.

Si usted no dispone de amigotes. de confianza precisa encontrarlos ya. No es tan fácil como suponen ciertos indocumentados. Los principales puntos de información son los bares de medianoche y los garitos del alba. Lo primero que tiene que hacer es indagar disimuladamente con los camareros, sabiendo, eso sí, que los camareros tampoco son muy dados a confidencias con extraños. Una vez ganado el camarero, sin prisa pero sin pausas, acompáñele a los lugares que suele frecuentar al terminar su jornada laboral, sin prisa pero sin pausa.

A partir de ese momento, usted, al loro, que es de oro, y donde fueres haz lo que vieres. Y si lo que ves no te gusta, deja que lo hagan otros. Siempre aparece algún lila dispuesto a llevarse los palos y la infamia.

Uno de los golfos más golfos que conoce este cronista es un sujeto de cuyo nombre no debo acordarme porque me parte las piernas. El sujeto afirma: "Hay que ejercitarse en el mayor número de vicios, pero con una ascética rigurosa. De lo contrario, te matan. Y eso no trae cuenta".

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