Al paso del "Gordoasaco"

Solitario y temperamental, el supuesto homicida de Majadahonda era conocido por sus broncas

Antonio Lucas Ándreu, alias El Mechina, también conocido como El Gordoasaco, durmió ayer por primera vez entre rejas. Su propia soberbia le condujo a prisión: "Por donde yo paso, no pasa nadie", le espetó a Fernando Bertolá. Ambos se cruzaron en una acera de Majadahonda (39.719 habitantes) en la madrugada, del sábado pasado. El roce acabó en muerte. Bertolá, un estudiante de tercero de derecho de 21 años, recibió un navajazo certero que le rajó el corazón. Murió desangrado en una acera de la calle de las Mieses a las 2.20 horas. Iba con su amigo Luis Miguel F. R a comprar ...

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Antonio Lucas Ándreu, alias El Mechina, también conocido como El Gordoasaco, durmió ayer por primera vez entre rejas. Su propia soberbia le condujo a prisión: "Por donde yo paso, no pasa nadie", le espetó a Fernando Bertolá. Ambos se cruzaron en una acera de Majadahonda (39.719 habitantes) en la madrugada, del sábado pasado. El roce acabó en muerte. Bertolá, un estudiante de tercero de derecho de 21 años, recibió un navajazo certero que le rajó el corazón. Murió desangrado en una acera de la calle de las Mieses a las 2.20 horas. Iba con su amigo Luis Miguel F. R a comprar bocadillos en mitad de su celebración del fin de curso: había aprobado todos sus exámenes. Luis Miguel también recibió una puñalada en la pierna en el forcejeo.El Gordoasaco, llamado así por los jóvenes de Majadahonda por su corpulencia y su facilidad para emprenderla a golpes, declaró el lunes como principal acusado de ambos navajazos. Su interrogatorio duró más de .cinco horas. Tras escucharle, el juez José Enrique Sánchez decidió recluirle en prisión.

El acusado fue conducido a las 2.00 horas de ayer en un fugón de la Guardia Civil al penal militar de Alcalá-Meco. Su ingreso en este presidio se debe a que cumple el servicio militar desde hace dos meses en Cáceres. Aún no ha jurado bandera.

A lo largo del interrogatorio se mostró titubeante, despistado y apocado. Su propio abogado, Eduardo Alarcón, Caravantes, reconoció después de la declaración: "No sabe dónde está. Tiene la mirada perdida y le cuesta trabajo concentrarse para responder. Quizás permanezca bajo los efectos de la cocaína, porros y ácidos que tomó en la noche del sábado".

¿Reconoce usted los hechos?", preguntaba el juez a De Lucas. "¿Que hechos?", respondió. Su letrado señaló que había muchas lagunas en su memoria. "Quizá por todo lo que tomó el sábado", señaló Alarcón. Ante el magistrado negó que perteneciese a ningún grupo ultra. "Yo no pertenezco a ninguna banda", dijo. Cuando el abogado le comunicó que iba a la cárcel Antonio no entendió nada. "Le tuve que explicar donde le llevaban", dijo su defensor. "Voy a la cárcel, pero, ¿qué ocurre?", decía el reo.

"Antonio está aturdido. No es consciente de la gravedad de lo que, ha ocurrido. Está como en una nebulosa, al contrario de la imagen que daba en la calle, es una persona de carácter débil. Pese a todo lo que se dice de él, ahora está mal de ánimo. Con la edad que tiene, esta situación le está transformando en un hombre apocado", añade su defensor.

Antes de salir del juzgado con destino a la cárcel pidió a su abogado que dijera a su madre que estaba bien y que fueran a visitarle pronto.

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Antonio era conocido en Majadahonda como un joven temperamental, gracioso y atrevido. Sin miedo al vértigo de la violencia, de pocas palabras y mucha acción. Un joven veinteañero de 1,60 metros de altura, complexión fuerte, ,muy ancho de espaldas, con la cabeza completamente rapada y de ojos negros y mirada profunda. Adoraba la música y también el bullicio nocturno.

Los bares del Tutti eran sus preferidos. Allí se hacía respetar a golpe de puño. Era un hombre parco en palabras "que prefería resolver sus asuntos a puñetazos", según señaló un joven majariego que no quiso identificarse por temor a represalias. "'Es un tío peligroso, y mucho más ahora que sabemos que ha sido capaz de matar", añadió. Según la Guardia Civil, Antonio había sido detenido dos veces por, estar implicado en reyertas.

El Mechinas vivía con su madre y su hermana en un chalé adosado de Las Rozas, "situado muy cerca del cuartel de la Guardia Civil. Su madre es viuda desde hace cinco anos y regenta un negocio de máquinas tragaperras. No estaba al corriente de la doble vida de su, hijo: "No sabia ni que fumaba", dijo la madre a su abogado. En el domicilio. de Antonio no se encontró simbología ultra ni armas blancas u otro tipo de objetos violentos.

El Mechinas era un joven sin amigos íntimos. En la noche del homicidio, acudió solo a los bares del centro comercial Tutti de Majadahonda. Tras tomarse unas copas se fue al bingo. Allí comenzó su noche de suerte. Ganó 35.000 pesetas con un cartón. Luego regresó al Tutti para celebrarlo. Allí se fumó unos porros, bebió minis de whisky y consumió cocaína y ácidos, según señaló su abogado defensor. Fue detenido en la discoteca Olí! Madrid a las cinco de la madrugada.

Mente limitada

Los abogados que intervinieron en la declaración de Antonio aseguran que mostró problemas de lectura y una capacidad intelectual limitada. También vieron en su predicamento un gran corazón. Su testimonio exculpó a los otros dos jóvenes (Óscar S. S. Y Faustino L. M. ) que le acompañaban en la noche del navajazo: "Ellos no llevaban navaja", reconoció, según su abogado. Alarcón espera demostrar que su defendido no era consciente de sus actos, en el momento de la reyerta.Para ello solicitó un análisis de la orina de Antonio para ver si estaba bajo el efecto de algún estupefaciente en el momento de la reyerta, como confesó el propio inculpado.

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